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Estaba muy afligida por lo que pasó con Robert, acabo de aprender su nombre y ese tonto me habló horrible, quizás era por su enfermedad, no sabía cuál era, pero eso no le da derecho a hablarle así a otros locos. La verdad su actitud no me gustó para nada.

Aún estoy derramando algunas lágrimas mientras estoy sentada en el sofá acompañada por Leah. Darling no volvía, pero no me importaba realmente. Aun no podía sacármelo de la cabeza, como podía ser lindo, loco y encima un tonto. Eso duele, era muy hiriente.

Yo estaba recostada en el hombro de Leah mientras ella iba cambiando los canales me mantuve acurrucada en su hombro. Ya había dejado de llorar, más bien se me habían secado las lágrimas. Ella no decía ni una palabra, y yo mucho menos, no quería hablar, quería mantenerme sumergida en mis pensamientos voraces que me van consumiendo y creyendo en cosas locas. No me importa, solo quiero estar un rato tranquila, como hasta ahora y no me importa quedarme así quedo allí todo el día.

Leah se pone de pie y camina hasta su ventana favorita, yo me acomodo en el sofá y la miro dirigirse hasta esta. Yo me quedo mirándola mientras ella miraba a través de la ventana.

— ¿Qué ves? —Le pregunté curiosa.

Ella permanece en silencio.

— ¿Pasa algo? —Insisto.

Su silencio me perturba, me siento intrigada, quiero saber qué ocurre. Me puse de pie y me acerqué a ella.

—Oye, ¿Qué pasa? —Le pregunté mientras la sostuve por el codo.

Pero ella continuaba en completo silencio, empecé a asustarme, nunca la había visto y ahí fue donde me di cuenta de que desconocía la enfermedad de cada uno de mis compañeros. ¿Y sí la enfermedad de Leah estaba volviendo? Ella se quedó completamente inmóvil. Estaba dura. Me asusté, mi corazón palpitó muy fuerte de un momento a otro. Pego un salto del susto cuando escucho la puerta abrirse, me giro y me doy cuenta de que era Darling quien había llegado. Me dirigí hacia ella y no pude contenerme.

—Darling ayúdame, Leah se quedó inmóvil. No sé qué es lo que le pasa, no sé qué le pasó. Estábamos bien, ella estaba sentada conmigo en el sofá, se paró y se quedó allí viendo por la venta. ¿Tú sabes cuál es su enfermedad? —Pregunté mientras la vi acercarse a Leah.

Yo me quedé allí parada, completamente nerviosa.

—Leah —escuché que ella dijo.

Escuché unos cuantos murmullos, apenas si podía escucharlos. Vi que Leah volvió a recuperar la movilidad, ¿Qué hizo Darling? me pregunté. Lentamente me acerqué a ellas y la vi moverse como si nada hubiera pasado. Ese hecho me asustó mucho, no sabía qué pensar en ese momento. Solo me quedé sorprendida

Ellas empezaron hablar como si nada hubiera pasado, como si todo hubiera sido completamente normal mientras yo aún estaba parada junto a la ventana y las vi alejarse hacia el sofá.

Confundida me acerqué a ellas y me senté en el suelo junto a la mesa. Ellas empezaron a bromear, pero no comprendía por alguna u otra razón de qué era que bromeaban. Matt entró a la sala y las encontró explotando de risa. Él se nos unió y se sentó junto a mí.

— ¿De qué se ríen estas payasas? —Pregunta él sonriendo.

Yo me quedo sorprendida y no sé qué contestar, en ese momento ellas dejaron de reír y solo lo miraron. Las tres estábamos anonadadas en ese momento.

—Es cosa mía o ¿Acabas de reír? —Rompo el silencio.

— ¿Qué pasa chicas? Estoy feliz —dice él.

— ¿Por qué? ¿Qué pasó? —Pregunta Leah.

—El doctor me ha dado de alta, me dijo que aún necesito llevar los medicamentos, pero ya me encuentro bien como para poder volver a casa —contesta con una sonrisa de oreja a oreja.

Todas nos quedamos callada, solo nos miramos a la cara. No podíamos creer que el único chico de nuestra sala ya se iba a ir. No compartí tanto con él y ahora me entristecía la idea de que se iría, me hubiera gustado poder compartir más con él, pero comprendo que él se tiene que ir. Yo llegué y él se va.

—Sé que soy nueva aquí, pero te voy a extrañar, amigo —rompo el silencio—. Aunque tengas cara de perro —rio al decirlo.

Todos empiezan a reírse a la vez. Leah y Darling le vuelan encima y lo abrazan, pude notar que por sus mejillas corrían sus lágrimas. Fue triste verlas así, al tiempo yo me agregué a ella y lo abracé también.

—Matt Michael, por favor acompáñame —entra una enfermera.

Todos nos giramos hacia ella. Nos hicimos a un lado.

—Ya voy —dice Matt poniéndose de pie.

Todas nos quedamos allí sentadas en el duro suelo mientras lo veíamos dirigirse hacia esa puerta donde lo esperaban.

—Él se detuvo y nos miró por encima de su hombro —adiós chicas —dice él con la voz quebrada.

Nosotras lo miramos entristecidas, Darling y Leah se le aguaron los ojos una vez más al verlo partir. La enfermera cerró la puerta mientras Matt se nos perdía de vista. Duramos unos cuantos minutos más allí sentadas.

—Bueno, ya solo quedamos tres —agrega Darling.

—Lo extrañaré mucho, aunque era muy raro, callado y misterioso. Extrañaré la sensación que dejaba en la habitación cuando él estaba. Será difícil de olvidar —añade Leah.

—Lo triste es que no logré compartir lo suficiente con él, me hubiera gustado poder haberlo conocido. Él me pareció raro y todo, pero me gustaba que estuviera con nosotras, no sé, ahora su presencia y saber que no volverá me hace darme cuenta de que él también era importante para nosotras en este espacio y que a veces necesitamos de la presencia de un hombre entre nosotras las chicas —digo mientras me pongo de pie— Vamos chicas, podemos estar nosotras bien, extrañándolo, pero bien —digo entrando mis manos en los bolsillos de atrás de mis jeans.


Ellas me miran y me sonríen a la vez.

¿Cuál es la realidad? (Nueva versión de Mil voces que me atormentan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora