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Admito que la tarde que te conocí no dejé una buena impresión en ti; yo estaba demasiado desorientada y nerviosa.Tiraba de mis mangas en la sala de espera, mordisqueando mis labios, cuando tú te sentaste a mi lado.

Yo ni siquiera te miré de reojo.Bueno, de hecho sí lo hice.Pero eso fue porque me pareciste extraño.

Recuerdo que llevabas una gorra blanca y una mochila amarilla.

Luego, me miraste y sonreíste como si fuera totalmente natural para ti sonreírle a extraños.

Allí yo pensé que tú tenías máximo cinco años, aunque aparentaras tener quince.

(Vita)min » JinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora