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Supe que estaba enamorada de tí cinco años después en una tarde calurosa, cuando aún nos dabamos el lujo de seguir huyendo de la vida y no conocíamos exactamente qué eran las responsabilidades.

Ambos estabamos sentados en las afueras del edificio.Tú me compraste un helado de vainilla y teníamos los pies colgando de la rampa de discapacitados.

La cremosa sustancia se resbalaba por mis dedos y yo jugaba a atraparla lo más rápido que pudiera con la lengua, con el delineado corrido después de una noche movida.Entonces en ese momento justo tú empujaste tu postre hacia mi rostro, sorprendiendome en medio de mi silenciosa reflexión, y tus ojos se volvieron dos pequeñas líneas al sonreír.

Allí fue cuando el universo pareció cobrar un sentido mucho más sencillo del que yo le había dado durante toda mi vida.

Si tú existías, si alguien como tú existía, entonces...eso significaba que el mundo no era un lugar tan oscuro y tétrico como solía parecerme.Tú eras la prueba de que cosas maravillosas podían ser creadas.

Pero yo había tenido un mal día, un mal año, una mala vida.Nada podía cambiar eso.

Y tú...tú eras un rayo de sol sin una pizca de juicio en su mirada.Eras lo que toda chica soñaba.No, aún más que eso.Mucho más.Eras mejor que un sueño, porque los sueños no te hacían justicia.Ellos podrían desvanecerse y tú aún seguírias allí.

Así que por eso procuré guardar silencio y terminar mi helado.

Teníamos veinte.No quería volver tu vida un caos, no ahora cuando intentabas construir cimientos firmes para el futuro.

(Vita)min » JinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora