7.

421 71 9
                                    

Saber que eras el hijo de mi psiquiatra no lo hizo menos incomodo.

Tenía miedo de que con tan sólo respirar tú pudieras escuchar todas las atrocidades y toda la oscuridad que tenía dentro de mi cabeza, que ésta supurara por mis orejas.Así que me quedaba helada en mi lugar, intentando ser invisible.Pero tú siempre me veías, no importaba cuanto me escondiera de tí.

Las ojeras me acompañaban donde iba, al igual que el cansancio crónico.

Ya no podía dormir: las noches eran demasiado tortuosas, el silencio sólo llamaba a mis temores y aquellos rituales antes de dormir cada vez me dejaban menos horas de sueño.

Apagar la luz tres veces.

Encender la luz cuatro veces.

Taparme con la cobija y volverme a destapar, siempre un número par.

Aquélla mañana cuando me senté en la sala de espera yo apenas era una sombra de lo que usualmente era, pero tú seguías igual de radiante.

Entonces me hablaste de imprevisto.

Soy Jinho.

—Nana.—Contesté con un hilo de voz, insegura.

No hiciste más preguntas.No hablaste más.Simplemente quisiste saber mi nombre, es todo.Era un lunes y te fuiste temprano, lo cual me dejó un poco desilusionada por alguna razón.

No te oí despedirte pero cuando miré hacia un lado, habías dejado una vitamina en tu asiento.

(Vita)min » JinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora