Pero tuve una crisis nerviosa una tarde de mayo.
Tú te encontrabas en una entrevista de trabajo y yo la arruiné al llamarte entre lágrimas.
Dejaste todo sin dudarlo y llegaste a la casa al instante, agitado de tanto correr desde la estación de trenes.
Yo estaba echa un bollo en una esquina del cuarto y al verme tuviste que juntar mis pedazos con paciencia.
—Nana...—Susurraste con los ojos llenos de pesar—Ya pasó.—Me juraste, balanceandome entre tus brazos hasta que dejé de sollozar y enterré mi nariz en la cálida línea de tu cuello—Ya estoy aquí.
Me sentía derrotada.
Tú me asegurarte que era uno de esos tropezones que dolían.Me pediste que hiciera memoria y me remontara a aquellos días por los que aprendía a andar en bicicleta.
—Te caiste hasta que tus rodillas sangraban.Pero aún así, no te rendiste.Sabías que lo que te esperaba valía la pena.—Dijiste.
Pero yo estaba tan exhausta de tanto luchar que no pude creerte.
Sin mediar más palabras me desvestiste lentamente y preparaste la tina con agua cálida, entregandome mi medicina y un vaso de agua.
Ese día no hubo nada de vitaminas.
Tus suaves y atentas manos se encargaron de deslizar la esponja sin pudor por mí cuerpo, siguiendo las curvas que tan familiares te eran, mientras yo abrazaba mis rodillas.
Cuando terminaste y el agua de la tina se tornó helada me disculpé mil veces mientras cepillabas mi cabello mojado, tomándote todo el tiempo del mundo para deshacer cariñosamente los nudos.
—¿Le tenías miedo a la oscuridad cuando eras pequeña, Nana?—Me preguntaste de repente.
No entendí tu pregunta, pero aún así respondí.
—Por supuesto que sí.Cuando uno es pequeño, cree ver un monstruo en cada esquina.Al crecer uno deja de temerle a lo que no existe.
Tus ojos se encontraron con los míos a través del espejo con intensidad y tu mano se detuvo.
—¿Qué cambió ahora, entonces? ¿Cuál es la diferencia?
Por aquel entonces yo tenía una respuesta para todo.
—La diferencia es que ahora están dentro de mi cabeza y no puedo esconderme debajo de las cobijas.
Tú guardaste silencio y seguiste cepillando mi cabello.Sin embargo, yo sabía que en tu caso el que calla no otorga: no ibas a darte por vencido conmigo.
Dentro de tu razonamiento no había monstruo alguno o bestia que no fuera invencible.
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(Vita)min » Jinho
FanfictionLas vitaminas no sanan corazones, no remiendan almas, no pacífican mentes inquietas. Las personas sí, Jinho. Y tú eres mi pequeña dosis diaria de vida. ▶contenido no apto para diabéticos. ➡heterosexual. ▶¡capítulos cortos! ➡ terminada (√)