15.

364 67 6
                                        

Aquella noche intenté volver a llevar a cabo mi rutina cuando pensé que finalmente te habías dormido, luego de la cena y un par de copas.Sin embargo, en cuanto intenté impulsar mí cuerpo fuera de la cómodidad de tus brazos, tu agarre se hizo más fuerte.

Al voltear a verte, pensé que te veías adorable con las mejillas ligeramente sonrojadas por el alcohol, el cabello despeinado por mis dedos y los párpados pesados.Pero la mirada sería e íntima en tus ojos era otra historia, éstos me hablaban de una historia completamente diferente mientras me aferrabas a tu pecho.

Volveré en un segundo.Tengo que revisar...—Mi voz se ahogó cuando tus manos me arroparon sin dejar de observarme directamente a los ojos, con una expresión sería—Jinho...¿qué pasa?

Sólo quédate un momento en la cama conmigo, Nana.—Me susurraste, trayendo con tus palabras un suave aroma a vino tinto—Sólo un momento.No le hará daño a nadie, lo prometo.

Aunque mis nervios estaban crispandose ante los posibles peligros que podrían acosarnos y que pinchaban las esquinas de mi mente, me quedé congelada en mí lugar.Algo me decía que algo importante estaba sucediendo allí, ambos mirandonos en silencio en medio de la oscuridad, acostados sobre nuestros costados para poder estar a centímetros del otro.

Y es que hay silencios que dicen mil palabras, que cuentan mil secretos, que gritan cientos de te quiero.

Rememoré toda nuestra historia juntos en aquél momento.Pasó como un flash frente a mí.Y no pude evitar preguntarme por qué las cosas más dulces de la vida tenían que pasarse tan rápido.

Quizás la vida se trataba de eso: momentos fugaces que debíamos aprender a apreciar como si fuera el último día, a los que volveríamos constantemente a través de los años como si nuestra existencia dependiera de ello, y por eso no podíamos atrevernos a subestimar su valor mientras existían.Porque al final todo se trata de crear recuerdos.

Recuerdos como éste.

No estás sola y nunca lo estarás, nunca más.—Me dijiste mientras nuestros dedos se entrelazaban—Ya no tienes que correr de los monstruos, han quedado demasiado atrás.Los dejaremos atrás, Nana.

Yo ví las estrellas en tus ojos y quise creerte, opté por creerte.Ese fue en realidad el primer paso: no hubiera podido haber hecho nada de lo que hice después si no hubiera decidido aquél día comenzar a sanar.Y esa era una decisión que yo misma debí tomar, que nadie más podría haber tomado por mí.Tú sólo me habías dado un vistazo de lo que había en la superficie si aceptaba tomar tu soga y comenzar a escalar para salir del agujero en el que me había sumergido por tantos años.

Te amo tanto, Jinho.

Ésta vez no sonreíste, pero tus ojos lo hicieron por tí cuando depositaste un beso en mis labios, rozandolos suavemente y dándome piel de gallina.

Y yo a ti, Nana.Día a día.Sólo a ti.Siempre a ti.

Así era.Amar a alguien es tan sólo eso: una decisión.Como la primera vez que te atreviste a preguntarme mí nombre o cuando te inclinaste para besarme por primera vez aquella tarde.Todo comenzó con una decisión.

Y como en todo acto de amor ahora me tocaba a mí tomar la decisión correcta...por mí y para mí, por amor a mí misma.

(Vita)min » JinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora