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Me llamaste por tu nombre y yo te llamé por el mío.

No fue un camino fácil.El amor siempre es cuesta arriba y eso significa que las piernas pueden dolerte de tanto andar, al igual que el corazón.Es un camino exhaustivo.

Las vitaminas no sanan, no remiendan espíritus, no secan lágrimas.Pero las personas sí.

Un día a la vez.

Tú prácticaste *Kintsugi conmigo.Me dijiste que todas las personas tienen su historia, me mostraste tus fracturas con orgullo y me enseñaste cómo transformar las mías en algo bello también.Así supe que el conjunto hacía la belleza, que no tenía que esconder mis cicatrices, que podía incorporarlas a una obra mucho más grande algún día.

Todos somos una obra en construcción.Todos los días se afianzan y destruyen nuestros cimientos, se cambian planos, se derriban algunas paredes y se construyen otras.

Tú también tuviste tus altibajos en la vida antes de conocerme.Alguien te enseñó la lección antes y luego me la transmitiste a mí: siempre ponte en primer lugar, sin dudar.Aprender a amarse a uno mismo es lo que te permite amar a otras personas, a amarlas realmente y como corresponde.

Porque al fin y al cabo eso es lo mágico del amor: siempre es cuesta arriba.Y ahora no hablo sólo del amor que puedes sentir por otra persona, sino que también del amor por uno mismo.Aceptar el bien es comenzar a quererse.Sólo necesitaba que tú llegaras a mi vida para enseñarmelo.

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*Kintsugi (金継ぎ) es una técnica de origen japonés para arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino.Forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia.

(Vita)min » JinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora