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Ambos nos dispusimos a buscar alguna fuente de información que nos pudiera explicar aquello que nos había ocurrido; porqué, aunque nos gustaba nos daba un poco de temor.

-¿Encontraste algo?-

-Nop, por lo menos no nada que nos sirva- Le conteste dejando escapar un suspiro de preocupación.-¿Y tu, encontraste algo?-

-No nada- También suspiró.

-¿Tú que opinas?-

-No lo sé, es algo raro... no digo que no me guste... solo es raro...-

No sabia que pensar, que contestar, me quede blanco.

-¿Ale?, ¿Estas bien?-

-Si... solo me quede pensando-

-¿Quieres que te marque después?-

-Si, creo que si, ¿Tu estas bien?-

-Si, Aleida...-

Odio su voz cuando pronuncia mi nombre completo:

-Dime-

Antes de contestar soltó una pequeña carcajada, lo que me provoco una sonrisa e hizo que dejara de tensarme.

-Te quiero Ale-

Me provoco una sonrisa enorme, me mordí el labio inferior y le conteste -Tambien yo te quiero-

Entonces colgamos. Fui a mi cocina por algo de té para pensar en algo que fuera lógico, algo que nos dejara más tranquilos. Obviamente no lo logre. La mayoría; si no es que todo lo que encontré en internet tenia que ver con tener mucho contacto con la persona y por lo tanto esto lo hacia posible.

Pero era literalmente imposible, ya que el vivía en Queretaro y yo en CDMX. Y eso lo hacia mas extraño y complicado. Me tenia jodida y suponía que a el también. Después de unos días dejamos de pensar en eso o por lo menos de mencionarlo.

Era un martes por la tarde, tenia partido de basquetbol y salí temprano de la escuela. Fui a comer con mi mejor amiga Daniela, fuimos a nuestro restaurante favorito vendían una lasagna exquisita. Al terminar de comer Daniela y yo fuimos a mi casa e hicimos maratón de stand up; nos gustaba demasiado, era como nuestro desestresante las dos moríamos de sueño a causa del partido; nos rendimos ante el cansancio y quedamos profundamente dormidas.

Estaba en casa de mi abuela, se me había antojado un poco de fruta así y decidí ir al mercado por ella ya que en la casa no había, mi primo se había ofrecido a acompañarme pero quería caminar a solas un rato. Estando en el mercado compre toda la fruta que se antojaba y algunas otras para dejarle a mi abuela. Vi a un señor vendiendo kiwis (mi fruta favorita) justo en el momento en que pagaba un vaso de mango con chile para comerlo en el camino. Cuando volví mi mirada hacia el ya no estaba y lo busque con la mirada por todas partes hasta que vi que se alejaba por un callejón perfecto murmuro la voz en mi cabeza, cuando llegue al principio de ese callejón algo me estremeció pero decidí ignorarlo ya que deseaba demasiado esa fruta, lo seguí y de alguna forma llegamos a las escaleras de una casa y quise detenerme pero ya era demasiado tarde llevaba más de la mitad de las escaleras arriba. Vi el sombrero de lo que supuse era un señor y al acercarme más note que había acertado. Era un señor robusto con botas de piel y una camisa beige a punto de dar el botonazo debido a su prominente barriga. El me miro y me dedico una sonrisa que causó que mi piel se estremeciera, !maldición¡ !maldición¡ era lo único que podia pensar mientras intentaba bajar las escaleras sin caer en el intento, pero de un momento a otro ese hombre ya tenia mi brazo en su gorda mano, me sujetaba de una manera bastante dolorosa y me hizo sentarme en una silla un bastante cómoda debo admitir, pero no me dejaba ir, me apunto con su pistola sin quitarme la mirada y con la otra mano tomo una especie de cofre y me dijo -Es esto lo que buscas, ¿no es así, bonita?- yo realmente no sabia de que hablaba y me quede callada pero eso no favoreció absolutamente nada, ya que comenzó a gritar -!Contesta¡ Carajo.. por eso seguiste a este hombre ¿O me equivoco?.- en ese momento disparo justo a lado mío, ya no sabia que hacer así que le dije la verdad -Yo solo quería comprar kiwis- Explote en llanto, obviamente a el no importo y disparo tres veces justo en mi muslo derecho. En ese momento comencé a sentir un dolor insoportable al tiempo en que perdía la conciencia. Empecé a escuchar mi nombre muy a lo lejos. -!Aleida¡-

Me senté en mi cama de golpe, viendo a Daniela acariciar mi cabello y preguntando cosas a las que realmente no preste atención ya que sentía un pequeño dolor en mi muslo derecho. Las manos frías de Dani me hicieron regresar a la realidad:

-¿Estas bien?, estabas gritando...?- Me pregunto con bastante preocupación.

A través de ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora