Ric salió suspendido metros detrás de mí cuando Estrella, con todo el dolor de su corazón, le mandó una maldición de contraataque. Zaius depositó la espada cruzveriatal en las manos de Rigo, y luego se acercó un poco más hacia donde yo me hallaba. Aun si Ananziel estaba gobernando mi cuerpo más de lo que yo quisiera, mi espíritu todavía permanecía despierto. Podía mirar a través de mis ojos y oír por mis oídos. De lo único que estaba privada era de la voluntad de mi cuerpo. Éste no atendía a mis llamados. Mi cuerpo únicamente obedecía a las órdenes de Ananziel.
—Ya una vez bailé sobre los cadáveres de tus padres, minutos después de haberlos desgarrado con mis dientes —dijo ella a Zaius obligando a mis labios a formar una inquina sonrisa—. Ya una vez bebí hasta saciarme de la sangre de tu esposa e hijo (que aún llevaba en su vientre cuando la maté) tras haber pasado por alto mi advertencia de no interponerse entre tú y yo. —Briamzaius, desde el cuerpo de Joaquín, observaba mi figura con el mentón rígido, con sus ojos célicos goteando como si el cielo manara su color azul en un mediodía—. ¡Ya una vez me regodee de arrebatarte el cariño de tu pequeño hermano Alfaíth, volviéndolo contra ti! ¡Y es que jamás consentí que alguien te amara más que yo!
—¡Cuánto amor pudiste profesarme si me quemaste en llamas negras! —musitó mi ángel con pesar.
—¡No fui yo quien te quemó! —respondió la bruja negra, que seguía de pie cerca del graderío de mármol que llevaba al altar mayor—. ¡Fue tu ingratitud y deslealtad las que promovieron en mis pensamientos la necesidad de destruirte! ¡Fui traicionada por ti, que eras lo que más amaba!
—¿Quién traicionó primero a quién? —lloró mi ángel, temblando de hito a hito, aún de pie en el umbral de la sacristía—. ¡Mientras ardía en llamas Alfaíth se complació viéndome morir, no renunciando al placer que le otorgó confesarme que tú y él habían mantenido un idilio a mis espaldas! ¡No sólo me arrebataste el amor de mi hermano menor, sino que también me hiciste creer que a mis padres los había devorado un lobo! ¡Me hiciste tener por cierto que Aurora, mi amada esposa, se había quitado la vida días antes de dar a luz a nuestro hijo, porque según tú, ella no había tenido el valor de decirme cuán desdichada era a mi lado!
"Luego te aprovechaste de mi susceptibilidad y el profundo dolor que cargaba sobre mis hombros, y me prestaste tus bellos ojos, a sabiendas de que a través de ellos miraría el fondo de mi alma. Me prestaste tu exquisita y dulce voz, porque sabías que en ella encontraría las palabras precisas para mi confortación. Me prestaste tu agraciado cuerpo, porque comprendías que con él suavizaría la frialdad que poseía el mío. Y así me enamoraste, mujer cruel, de la manera más inadvertida, sin dejarme notar en qué momento tu maligno corazón había reemplazado el mío. De pronto tus latidos me importaban más que el palpitar de los míos. Y así bebí de tu veneno, dama infame, el que me llevó a la muerte por el único error de haberte amado con pasión. ¡No obstante, es a mí a quien acusas de traición! ¡Cuán pérfida has sido siempre, Katalin, cuyo nombre «Ananziel», que significa luna de plata, no puede coincidir con tu podrido corazón!
—Si tu pretensión era conmoverme me temo que no lo has conseguido, Zaius. Por el contrario, has alimentado más mi rencor hacia ti. Ahora que has rememorado mis acciones me queda claro que no has visto en ellas el valor de mi sacrificio. Siempre tuve ambiciones en la vida. Pese a descender de brujas naturales el destino no me favoreció con el poder de mis ancestros. ¡Por eso recurrí al demonio Balám, para que me concediera poderes a cambio de mi alma! Y así lo hizo. Al paso de los días, no a bien disfrutando de los placeres que me daba mi nueva vida como bruja negra, apareciste tú, y mis ambiciones se acrecentaron.
Sin que Ananziel lo advirtiera pude sentir que Ric era rescatado por Estrella, en tanto que Rigo ponía su mano sobre su frente en un intento de revertir la maldición que la maldita bruja le había arrojado.
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MORTUSERMO: EL JUEGO DE LOS ESPÍRITUS ©
ParanormalLas reglas del juego son muy sencillas, recitarás en latín el conjuro inicial, esparcirás tu sangre sobre la estrella que está en el centro del tablero, introducirás la llave negra en la puerta del averno, y por último, invocarás la presencia de un...