Love isn't dead

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Interrumpió en la habitación de la paciente. Cuando la divisó se acercó con rápidez a ella preocupado. La miró. Pálida, con notables ojeras, esqueletica, con los labios agrietados y sin sus mechones castaños claro que tapase su actual cabeza rapada.

¿Por qué no se lo dijo antes?
¿Por qué tuvo que descubrirlo él sólo?
¿No confiaba en él?

Oía su respiración forzada y débil. Sentía como se le comprimía el pecho de dolor al verla así. Tan demacrada, débil, enferma y sola. Vio como ella fruncía el ceño e intentaba abrir los ojos sin mucho éxito.

- Mamá, ¿eres tú?- Preguntó en un hilo de voz.

¿Debería contestar? Llevaban más de dos años sin verse, ¿cómo reaccionaría ella? ¿Se alegraría de verlo después de tanto tiempo?
Inconscientemente sus manos empezaron a sudar y sus piernas le fallaban, sentía que en cualquier momento podría derrumbarse encima de ella, abrazandola para luego decir cosas que después, seguramente, preferiría no haber dicho.

- ¿Hay alguien ahí?- Preguntó con un tono más serio. Intentaba con todas su fuerzas abrir los ojos hasta que consiguió mantenerlos entornados, suficiente fue para ver el rostro desfigurado del muchacho que permanecía observandola- ¿Qué haces aquí?- Preguntó de repente.

Abrió sus labios con intención de responder, pero sin embargo no le dio respuesta. Sólo se quedó mirándola. Hasta que se oyó la puerta abrirse y cerrarse en ese mismo instante, una señora se presentó en la pequeña habitación.

- Oh... Nicolás, cuánto tiempo sin verte.- Dijo la señora un poco extrañada y confusa. Él no se giró en ningún momento, tampoco le respondió, siguió mirándo a la muchacha con dolor. La señora, carraspeó un poco intentando llamar su atención, sin embargo no consiguió su propósito.

- ¿Por qué no me lo dijiste?- Habló por primera vez. Pero no le contestó a la señora, le pregunto a la chica que estaba tumbada en la camilla.

- No lo creí necesario.

- ¿Creiste que no era necesario contarme qué estás hospitalizada?

- Tú decidiste irte. Decidiste cortar todo tipo de lazos conmigo.

- ¡Eso es una mierda de excusa!- Le reprochó.

- No me grites.

- ¿¡Quieres qué me calle!? ¡He estado dos años sin saber nada de ti! ¡He tenido que preguntarle a mil personas como estabas durante todo este tiempo y todos me han mentido hasta el día de hoy! ¡Llevas 6 meses ingresada y yo me entero ahora! ¡Joder!

- Nicolás.- Dijo débilmente haciendo que el chico se callara.- Cállate. Tú, te fuiste porque quisiste. Tú, fuiste quien me dijo que no te volviera a hablar, entonces, ¿cuál es el problema?- Dijo tranquila mientras Nicolás callaba y pensaba en que si deberia contestar lo que realmente pensaba.

- Que incluso después de dos años no puedo evitar sonreír cada vez que pienso en ti. Ese es mi problema.

Ella se quedó callada y él también. Ella miraba al frente con la mirada perdida mientras él miraba su pálido rostro. La muchacha esbozó una sonrisa ladina, la primera desde hace mucho tiempo.

- Joder, Lucía. No me hace ni puta gracia.- Dijo enfadado y al borde de las lágrimas. Ella volvió a mirarle todavía sonriendo.

- ¿Entonces quieres saber?- Asintió desesperado.

- Sí.

- Tengo cáncer terminal. - Soltó de repente, sin ningún tipo de escrúpulo.

A Nicolás le flaquearon las piernas y sin él quererlo lágrimas empezaron a caer por sus mejillas. Se imaginaba que podría ser algún tipo de cáncer, pero, ¿cáncer terminal?... ¿Por qué no se lo dijo antes? Hubiera intenado hacer de sus días los más felices de su vida. Hubiera llorado con ella en sus momentos tristes. La habría amado de una manera que ni él mismo conocía. Habría dejado su trabajo, sus estudios, todo lo que fuera necesario, y solo por ella. Se preguntó, ¿en qué momento, fue buena idea largarse de la ciudad? Y él pensando que era feliz con otro, pensando en que ella ya había pasado página, cuando enrealidad, no sucedió nada de eso.

- No... no, no, no. Por favor, no- Dijo acercándose a ella temblando. Se puso a sí altura suplicando que todo fuera mentira, una broma pesada o una cámara oculta.- Lucía, dime que es mentira. Por favor, Lucía dime que no es verdad.

Ella volvió a sonreír y negó con la cabeza.

Y no aguanto más, la abrazó con todas sus fuerzas escondiendo su llanto en el cuello de la chica.

- Perdóname. Perdóname por haberte dejado sola.- Sollozó.

- No te preocupes. Nunca hiciste nada malo.- Murmuró acariciando si espalda suavemente.

A las dos semanas, Lucía González de 25 años, falleció mucho antes de lo previsto. Pero os puedo asegurar que esas últimas dos semanas de vida, fueron las más felices de su vida.

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