La guerra había sido brutal para todo el mundo, la mayoría de los magos pensaban que al estar de lado de Voldemort los Malfoy habían estado en el paraíso pero lo cierto era que en esa época habían vivido un infierno.
Atrapados en su ancestral hogar por un mago mestizo con ínfulas de dominación mundial y tratados como esclavos, si eso definitivamente era encantador… aun que dejando de lado el sarcasmo esa amarga experiencia había logrado un milagro.
Unió a su familia aun mas, en esos momentos cuando estaban asustados de cometer un error, de no cumplir las expectativas de ese mago demente y ser asesinados sin piedad como simples animales, lo único que tenían era ellos mismos, los tres, Lucius, Draco y ella misma eran concientes de que eran fuertes en la medida que estuvieran unidos.
Sonrío un poco al pensar en que gracias a Merlín habían sobrevivido a ese infierno y terminaron bastante bien parados gracias a las acciones de su hijo al no delatar a Potter, Granger y el chico menor de los Weasley cuando fueron apresados en su mansión y a lo que ella misma hizo en esa escalofriante batalla en el colegio la noche en que el mago oscuro mas temido de todos los tiempos fue derrotado por un simple chiquillo al mentir sobre la muerte de Potter.
Si bien la mayoría de los magos pensaban que deberían ir a Azkaban por apoyar a Voldemort los testimonios del trío dorado los habían salvado de ser condenados y ellos, incluso su testarudo marido estaban agradecidos por ser libres, por no estar pudriéndose en una húmeda y hedionda celda en Azkaban y aun conservar sus varitas.
Luego de los juicios volvieron a la mansión Malfoy por unos días pero ese lugar solo les traía terribles recuerdos de épocas oscuras. Recordaban a la serpiente del Lord devorando el cuerpo sin vida de una mujer, una maestra de estudios muggles, en el comedor principal, los gritos de los prisioneros en las mazmorras de la casa y aun peor los desgarradores gritos de agonía de Hermione Granger en el salón de su casa mientras su hermana Bella la torturaba a crusios.
Cada rincón estaba tan lleno de malos recuerdos que decidieron demoler la mansión y reconstruirla, borrar ese pasado y comenzar de nuevo esta vez de la forma correcta.
Se habían marchado a Francia, vivían en una hermosa mansión que había sido la primera casa familiar de los Malfoy.
Habían estado unos meses viviendo allí cuando Draco se marcho a Australia a cerrar un negocio nuevo y muy importante mientras Lucius se encargaba de todo en Londres, había sido una semana tranquila mientras su marido estaba lejos y ella se había dedicado a llenar el invernadero de hermosas flores y de que los extensos jardines lucieran llenos de vida.
La tranquilidad sin embargo se acabo cuando su hijo volvió a casa de ese viaje acompañado de nada mas y nada menos que Hermione Granger. La sorpresa los había dejado mudos al verlo aparecerse con una pálida, lastimada y ojerosa chica entre sus brazos e incluso tardaron un poco en reconocerla bajo la sangre y polvo que manchaban su rostro.
Suspiro recordando lo mal que lucia la chica, su piel estaba enfermizamente pálida con muchas zonas purpuras y cortes aun sangrantes, sus ojos opacos y el pelo era aun mas desastroso de lo que jamás había sido, incluso Lucius se perturbó al verla así de demacrada y con esa expresión desgarradoramente triste.
Estaba conciente que por todo lo que el mundo sabe de su marido lo tachan de ser un hombre sin corazón pero ella y su hijo sabían que no era así, solo había sido un hombre equivocado por mucho tiempo que cuando se dio cuenta de sus errores no pudo hacer nada sin colocar a su familia en peligro mortal.
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Encuentro fortuito
FanfictionLa familia Malfoy contrario a lo que muchos pensaban eran una familia amorosa como cualquier otra. Claro que no todo era perfecto, eran Hermione Granger y Draco Malfoy, Gryffindor y Slytherin después de todo. -EWE-