05.

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- No entiendo qué te parece tan divertido. - le dije a Jaebum, mientras comíamos en la cafetería del hospital. Él intentaba cubrir su boca con su mano, pero sus palillos no se lo permitían y comencé a temer que en cualquier momento, terminaría con su arroz babeado pegado en mi cara.

- Llevas viviendo en Corea... ¿cuánto? - preguntó en cuanto logró pasar su comida.

- 6 años.

- Llevas viviendo 6 años en Corea y no sabes usar los palillos. - se burló, mientras señalaba la cuchara que tenía en la mano.

- No es que no los sepa usar, es que me parece muy complicado. - mentí, intentando que no se notara el ligero rubor en mis mejillas. Jaebum chasqueó la lengua a modo de respuesta y se estiró sobre la mesa para tomar los palillos en mi bandeja de comida.

- Tonterías, todos pueden usar palillos. - dijo firme, antes de tomar mi mano derecha y mover mis dedos para que pudiese sostener los palillos por mi misma.



Levanté la mirada hacia él, solo para notar lo cerca que se encontraba de mí, y tuve que devolverle a nuestras manos. No entendía bien qué estaba haciendo, pero de alguna forma, logró hacer que sostuviera correctamente los utensilios.



- Ahora, mueve el índice, pulgar y medio como si fuese un lapiz. - lo intenté un par de veces y, sorprendentemente, me salió bien. - Muy bien, Ross, ahora, intenta tomar un Gimbap.

- No creo que... - Jaebum volvió a chasquear la lengua y entendí que no estaba dispuesto a dejar que me rindiese. - Bien, bien. - accedí.

- Sostenlo firmemente. - me indicó cuando tuve el Gimbap entre mis palillos. - Llevalo a tu boca y no lo dejes caer. - añadió rápidamente, como si del destino del mundo se tratara, lo cual me motivó. Llevé los palillos a mi boca, tal y como lo había pedido, y cuando estaba muy cerca, sentí que comenzaba a resbalarse todo. - ¡Solo cómelo, por el amor del Señor! - su grito hizo que el Gimbap terminara cayéndose sobre mi plato.

- ¡Es tu culpa! - le recriminé, un tanto enfadada. - Ya casi lo tenía. - vi a Jaebum rodar los ojos a modo de respuesta.

- Una vez más. - exigió y por alguna razón, le hice caso. - No se te ocurra dejar que caiga. - me advirtió serio, frío.

- No me presiones. - pedí con la mirada fija en el Gimbap. No iba a dejar que se cayera, no por segunda vez. Así que en cuanto lo tuve entre mis palillos, me agaché ligeramente y metí todo a mi boca. - Te dije que sí podía. - anuncié victoriosa, intentando no dejar salir nada del Gimbap. Jaebum me miró con los ojos entrecerrados y para que su risa no ganara la batalla, comenzó a aplaudir.

- Eres un caso extraño, Ross.


x


- ¡Hazel Ross! - me llamó Subin desde el otro extremo del pasillo. Levanté la mano para saludarla, pero al ver que traía el ceño fruncido, la bajé de inmediato.

- ¿Qué sucede? - le pregunté cuando estuvimos lo suficientemente cerca para no tener que elevar la voz. Ella se me quedó mirando por unos segundos, como si buscara algo en mis ojos, y luego, soltó un suspiro.

- ¿No hay algo que me quieras contar?

- ¿Contar? - Subin se cruzó de brazos. - No entiendo, Subin-ssi.

- Los otros internos te vieron comiendo con el abuelo. - no pude evitar lanzar una carcajada ante la forma en la que lo dijo, como si le hubiesen dado comida en mal estado.

- No hay nada que contar. - expliqué. - Me pidió disculpas por algo que me dijo antes de mi operación y luego, me acompañó a comer algo.

- Pero es el abuelo, el interno más amargado de todos. - insistió mi amiga, a punto de hacer un berrinche. - Me parece muy extraño que...

The Healer | Kim Yugyeom/Im JaebumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora