- Se ve tensa, doctora Ross. - me dijo el doctor Byun, mientras ayudaba a succionar la sangre que empapaba el cuerpo de la paciente.
- Lo lamento, es este caso. - expliqué, intentando concentrarme en lo que hacía. El doctor Byun asintió sin quitar la vista de la pequeña niña y continuó con el procedimiento.
Sucedió durante esa madrugada.
Una madre soltera que tenía dos trabajos para mantener a su hija de 5 años y su pequeño apartamento en Seúl, regresaba a casa luego de haber ido a visitar a sus padres, junto a su pequeña. Llámenlo mala suerte, burla del destino, o como se les ocurra, pero ambas se cruzaron con un hombre en su camino, un hombre con una botella de vidrio rota que usó como arma contra ellas hasta dejarlas al borde de la muerte.
Mi cerebro no entendía qué motivo podía haber tenido el hombre para perpetrar un crimen como ese, pero la verdad era que, fuese cual fuese la razón, nadie tenía el derecho de herir de aquella forma a una madre y su hija que solo querían volver al calor de su casa.
La madre se había llevado la peor parte y en su camino al hospital, había fallecido. La pequeña niña que tanto intentábamos salvar despertaría en un mundo sin su progenitora.
- Doctora Ross, encárguese de la sutura. - ordenó el doctor Byun, sacándome de mis pensamientos, y sin protestar, comencé el procedimiento.
La pequeña niña tenía heridas punzocortantes por todo el cuerpo, en las piernas, en los brazos y en el abdomen. El doctor Byun había logrado controlar la hemorragia interna y se había encargado de revisar que todos sus órganos estuviesen bien, era mi turno de hace algo por la pequeña.
Mis manos temblaron al inicio, pero me obligué a tomar aire, mientras mi mente recordaba las palabras de Jaebum, y comencé a coser los cortes. El doctor Byun observaba atento por si yo necesitaba ayuda, lo cual me ponía más nerviosa. Así que volteé hacia el rostro de la pequeña por unos segundos, intentando que, al verle, recordara cuán importante era que hiciera bien mi trabajo y así lograr volver a la realidad.
Felizmente, funcionó.
- En todos mis años de experiencia en la medicina, no había visto algo como esto. - me confesó el doctor Byun mientras nos aseábamos, luego de una exitosa operación. - Uno cree que vive en un país seguro y luego te enfrentas a una realidad diferente, ¿no lo cree? - le dirigí la mirada por un segundo y asentí.
A penas había puesto un pie fuera del quirófano, había sentido mi nivel de ansiedad dispararse y estaba luchando por no hacerlo evidente.
- No puedo entender cómo alguien es capaz de hacerle algo como eso a una niña tan pequeña. - balbuceé, mientras me deshacía de los guantes llenos de sangre.
- Se veía muy tensa en la sala de operaciones, doctora Ross. - notó el hombre. - ¿Hay alguna razón para ello? - aquella pregunta me hizo sentir deseos de escapar. No quería recordarlo, no quería decirlo en voz alta.
- En el país que nací, se ven cosas como esta a menudo. - expliqué pobremente, intentando no entrar en muchos detalles de lo que en verdad me había puesto de esa forma. - Al mudarme a Corea, pensé que no tendría que volver a saber de ese tipo de crimenes. Pero, entonces, entró esta pequeña a urgencias y me hizo revivir algo que no deseaba recordar. - el doctor Byun con sus ojos rodeados de arrugas, asintió. Pareció comprender lo que le conté y con aires paternales, palmeó mi brazo un par de veces.
- Nuestra profesión es tan noble, doctora Ross, nos dicen que salvaremos vidas, que contribuiremos a que más personas sigan con sus familias y demás seres queridos. Lo que no nos dicen es que en el camino, enfrentaremos a la muerte muchas veces y tendremos que correr una carrera contra ella para intentar salvar a nuestros pacientes. - dijo él, envolviéndome con cada palabra, calmando mi ansiosa alma. - Nervios de acero, eso es lo que un buen doctor debe tener. Usted es muy jóven todavía, pero pronto entenderá que es necesario. Nuestro deleite es ver a los pacientes regresar a salvo a sus casa y si para ello debe dejar de sentir por el tiempo que dure una operación, hágalo.
Me quedé viendo como el hombre salía hacia el pasillo a paso lento, evidenciando el cansancio de una segunda operación en 12 horas, y dejé salir todo el aire de mis pulmones. Él tenía razón, claro que la tenía, el problema era que dejar de sentir sonaba descabellado.
Llegué a la sala de descanso arrastrando los pies, cansada tanto física como mentalmente. Ese caso había sacudido todo de un momento a otro y no podía quitarme esa sensación extraña del cuerpo. Así que en cuanto tuve mis cosas, salí de la sala y comencé mi camino fuera del hospital. Podría llegar a mi casa, darme una ducha, dormir unas cuantas horas y comer algo, antes de tener que regresar al hospital para mi siguiente turno.
Solo había una forma de llegar rápido y cómodamente a mi casa: un taxi. Así que saqué mi celular para poder pedirlo, sin importar lo costoso que me saldría, y mientras esperaba que mi conductor llegara, una vocecilla me llamó, una vocecilla que me atormentaba cada día desde que había entrado al programa de internos.
Fuck, maldije internamente, y volteé para encontrar a la doctora Min.
- Doctora. - saludé con una reverencia.
- Estás atendiendo el caso de la niña apuñalada, ¿verdad? - preguntó con tanta frialdad que me desestabilizó.
- Sí.
- Bien. - asintió con las manos en sus bolsillos. Su mirada no se despegaba de la mía, parecía estar examinando mis pensamientos, como si eso fuese posible. - Han trasladado a un nuevo interno. Llegará esta tarde y tú lo vas a recibir. - abrí los ojos de par en par. ¿Eso era enserio?
- Doctora Min, pero yo no sé si esté preparada para...
- Ross, si te lo estoy pidiendo es porque, de todos los internos, eres la que falla menos. - no supe si eso debía animarme o hacerme sentir mal, pero mi celular empezó a sonar en mi mano, indicando que mi taxi había llegado y no tenía ganas de seguir un solo minuto más de pie.
- Está bien, doctora Min, estaré aquí a tiempo para recibir al nuevo interno.
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The Healer | Kim Yugyeom/Im Jaebum
FanficHealer: guerrero que encontró el coraje para vencer la oscuridad de su alma y ser la luz que ayuda, motiva e inspira a otros a salir de su propia oscuridad. Prohibida su copia parcial o total.