Despertó. La pequeña niña ingresada por un ataque violento había despertado al fin.
- Hola. - saludé, mientras revisaba entre mis papeles su nombre. No había querido verlo por no encontrar otra cosa más que me atara a ella y su caso. - Dae Hyun, ¿verdad? - sus pequeños ojos me veían fijamente, pero no pronunciaba una sola palabra.
Me acerqué con una pequeña linterna para hacer la revisión de rutina, intentando buscar alguna causa para que ella no hablase, pero no había alguna. Fuera de sus cortes y heridas internas, no había otro tipo de daño.
- ¿Sientes algún tipo de molestia? - Dae Hyun parpadeó un par de veces. - ¿Te duele algo, Dae Hyun? - insistí, pero una vez más, no obtuve respuesta. - Bueno, voy a dejar que descanses un poco, entonces. Volveré en un par de horas para volver a revisarte, ¿bien? - de nuevo, sin respuesta, salí de esa pequeña habitación, sintiendo un gran peso en los hombros, en lugar de alivio.
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- ¡Jaebum! - llamé su nombre en cuanto lo vi en el pasillo.
Él venía del otro sentido con ambas manos en los bolsillos de su bata y una expresión cansada, pero me había parecido un ángel caído del cielo en ese preciso instante. Me sentía extraña por lo ocurrido con Dae Hyun y quería hablarlo con alguien que conociese la razón detrás de mi incomdidad con ese caso.
Lamentablemente, él no parecía sentir lo mismo.
- Estoy ocupado, Hazel. - replicó frío, seco, deteniéndose por a penas unos segundos, para luego continuar su camino.
"No lo sigas", me dije a mí misma, pero mi cuerpo no pareció recibir la señal porque fue corriendo a alcanzarlo.
- Hey. - le llamé, sujetando su hombro para que parara. Lo rodeé para poder colocarme delante de él, pero mantuvo su mirada hacia el frente. - ¿Estás molesto conmigo? - Jaebum apretó la mandíbula y agachó la cabeza tan repentinamente que me hizo sentir pequeña, insignificante, como el día anterior en mi edificio.
Jaebum ya no me veía con ternura, por el contrario, parecía haber vuelto a ser el interno imponente al que todos le tenían miedo.
- ¿Tengo alguna razón para estarlo?
- No una que yo conozca. - respondí, armándome de valor para enfrentarlo. - Por eso te pregunté. - Jaebum frunció el ceño y se cruzó de brazos, luciendo más aterrador. - ¿Entonces? - insistí, obligandome a mantenerme firme y no temblar.
- Me cerraste la puerta en la cara, luego de haber salido juntos, Hazel. - dijo entre dientes. - Y esta mañana, llego al trabajo y ¿qué encuentro? Que estás tomando café con el chico nuevo.
- Espera un segundo. - pedí, dando un par de pasos hacia atrás. Todo lo que decía me estaba aturdiendo. - Yo puedo entender lo de ayer, porque sé que no debí hacerlo, y te pido disculpas por eso. Pero lo que no puedo comprender es por qué pareces estar reclamándome que tome un café con Yugyeom. - la sola mención de ese nombre hizo que Jaebum apretará los puños.
- ¿Eres tonta? O, ¿solo finges? - mis labios se separaron ligeramente ante su pregunta, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar, y el arrepentimiento fue sustituido por rabia.
- Eres un maldito idiota, Im Jaebum. - escupí y sin dejar que me replicara algo, estampé mi hombro contra su pecho en mi camino lejos de allí.
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Luego de un turno sin ningun avance con Dae Hyun y con las palabras de Jaebum resonando en mi cabeza, fui por algo de cenar, antes de ir a mi apartamento. Entré al pequeño restaurante al que iba desde que había llegado a Corea, saludé a la dueña y me senté en la mesa más alejada de todos. Ni siquiera tuve que hacer mi pedido, la mujer sabía muy bien lo que ordenaba, así que mientras lo preparaba, pensé en poder leer algo. Pero el único libro que cargaba conmigo era el que me había regalado Jaebum y no había forma alguna de que yo tocara algo que ese hombre me había dado.
"Es un imbécil", me quejé internamente.
- ¿No viene Hye hoy? - preguntó la dueña al traerme mi Budae Jiggae.
- Tiene turno en el hospital. - repliqué con un intento de sonrisa. - La vida de un interno es difícil, imo. - ella acercó su mano a mi mejilla y la acarició suavemente.
- ¿Estás bien?
- Sí, tranquila, es la preocupación del trabajo. - le aseguré al cubrir su mano con la mía.
Aquella mujer había llenado el vacío de mi propia madre en todos esos años y le tenía mucho cariño. Ese cariño era el que no me dejaba cargarla con mis problemas.
- Si necesitas hablar, aquí estaré, ¿bien? - asentí, justo antes de que la campanilla de la puerta principal sonara, anunciando la llegada de nuevos clientes. - Mándale muchos saludos a Hye.
- Lo haré. - repliqué, antes de que ella se marchara a atender a los recién llegados.
- ¿Hazel? - me llamaron y al levantar la mirada, me sorprendió ver a Yugyeom frente a mí.
Llevaba unos jeans pegados, una camisa azul a cuadros y unos zapatos negros. Al igual que Jaebum la noche anterior, todo lo que Yugyeom vestía gritaba "costoso" y me detuve a pensar si el resto de los internos serían así, si todos esconderían una cuna de oro en su espalda.
- Buenas noches. - saludé con una reverencia y entonces, me di cuenta de que Yugyeom no estaba solo. Detrás de él, se asomó un pequeño niño muy parecido a él.
- ¿Están libres esos asientos? - tragué saliva ante su pregunta. Quería comer sola y sin nadie que hiciese preguntas, pero al ver el rostro del niño pequeño y sus ojos grandes y brillantes, como los de Yugyeom, terminé cediendo.
- Pueden tomarlos. - ofrecí.
- No pensaba encontrarte aquí. - dijo Yugyeom, en cuanto se aseguró que el niño estuviese cómodo. - ¿Vienes seguido?
- Sí. - repliqué, pero al sentir que estaba siendo demasiado cortante, pensé en una forma de continuar hablando. - Es mi restaurante favorito desde que llegué a Corea.
- Debe ser muy bueno. - continuó mi compañero de trabajo con una sonrisa agradable en el rostro. - Esta es la primera vez que venimos. Jinho, mi hermano, tenía muchas ganas de comer algo, pero no quería llevarlo a uno de esos restaurantes costosos porque no es lo mismo.
- Espero que les guste todo. - mi mirada cambió de Yugyeom al niño y noté como él desvió la suya al instante. - Hola, Jinho, soy Hazel. - Yugyeom se aclaró la garganta y rodeó con el brazo al pequeño en señal de protección.
- Jinho no habla mucho. - le excusó, antes de inclinarse a susurrarle algo al niño. Solo entonces, Jinho levantó la mirada hacía mi y saludó con la mano. El gesto duró a penas un par de segundos, pero fueron suficientes para que me cautivara.
- Eres muy tierno. - comenté con una sonrisa, mientras Jinho sacaba un dado de su bolsillo y comenzaba a darle vueltas entre sus dedos. Noté como la mirada del pequeño se clavó en la mesa y sin más, se desconectó de lo que ocurría a su alrededor.
Una palabra vino a mi mente, pero no me atreví a decirla en voz alta. En su lugar, volteé hacia Yugyeom, quien parecía un tanto nervioso, e intenté sonreírle para que se tranquilizara.
Durante toda la cena, no le di importancia a los pequeños detalles que a mucha gente le podrían parecer extraños. No le presté atención a la forma en la que Jinho se concentraba en una sola cosa y esta parecía absorberle, ni a como movía nerviosamente el pequeño dado entre sus dedos, mucho menos a cómo repetía frases una y otra vez. Por el contrario, intenté hacer el ambiente más amigable y llevadero, tanto para Jinho, como para Yugyeom, y me reservé todas mis preguntas para mí misma.
Yugyeom no lo dijo en voz alta, pero por la forma en la que me miraba por momentos, me di cuenta de cuán agradecido estaba de que hubiese decidido actuar así.
Él no lo sabía, pero yo comprendía mejor que nadie en ese restaurante cuán difícil era proteger a alguien tan pequeño, puro e inocente, como Jinho... como Kitty.
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Aprendiendo coreano con Ammy:
Imo = tía
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The Healer | Kim Yugyeom/Im Jaebum
FanficHealer: guerrero que encontró el coraje para vencer la oscuridad de su alma y ser la luz que ayuda, motiva e inspira a otros a salir de su propia oscuridad. Prohibida su copia parcial o total.