No fuimos importantes

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Hola,

Me he propuesto escribirte esto y puedo jurarte que tan siquiera sabía cómo saludar. Decir un simple "hola" como lo he hecho me parecía un tanto ridículo, pero decir algo así como "buenas" me parecía casi ofensivo. Como si fueran buenas, como si fuera bien.

¿Sabes? Ni siquiera sé si vas a leer esto. La verdad no me sorprendería que al ver el remitente de esta carta decidieras tirarla a la basura y deshacerte de ella sin querer saber qué contiene. No te culpo, de hecho lo entendería.

No sabría decirte que me ha llevado a escribirte esto, supongo que la imperiosa necesidad de expresarme aunque no sé a quién recurrir. La única persona que sé que podría entenderme eres tú y aún así, aún estando escribiendo esta carta, me parece jodidamente egoísta por mi parte contarte a tí mis problemas, venir ahora y reabrir heridas del pasado que has querido sanar.

Pero sé que eres la única persona que podría entender esto. Eso, y quiero decirte que lo siento. Lo siento mucho, porque sé que aunque no soy el mayor culpable de todo lo que ha ocurrido a lo largo de este año, sé que tengo parte de culpa. Sé que fui egoísta y tal vez, muy probablemente, sigo siéndolo al molestarte con esto que tal vez no leas.

Siento venirte con esto ahora, de verdad que sí, pero necesito expresarme, necesito comunicarle a alguien aunque sea mediante una carta que perfectamente puede acabar en la basura todo lo que he sentido en este año, contarlo y no dejarme nada de lo que llevo guardando.

Y antes de proseguir con ésta carta que espero no se haga demasiado extensa, te aviso una cosa: si no quieres seguir con esto, de verdad, deja de leer aquí, si crees que esto te va ha hacer sufrir demasiado, este es el momento de que cojas este pedazo de papel, lo arrugues y lo lances por ahí.

Y si no, empezamos:

El año para mí empezó como uno cualquiera. Reunido con mi familia, cebándonos todos a comer como cerdos, riendo y hablando sobre como en los escasos doce segundos antes de empezar este nuevo año casi nos atragantamos con las uvas. El año parecía haber empezado con buen pie.

Nunca me han gustado los propósitos estos de año nuevo, siempre me han parecido una manera de intentar fijarse unas metas que no cumplirás y solo te frustraras por ello. Pero por primera vez en toda mi vida, quise tener un único propósito.

Declararme. Declararme a él. A Raúl.

Menos mal que no lo hice, de verdad menos mal que no lo hice, bueno, si lo hice, pero no en aquellos momentos.

Menos mal que el 1 de enero Raúl y tú os presentasteis en mi casa y él, señalándote, me dijo alegre que eras su novia.

Joder. Se me cayó el alma a los pies al oír aquellas palabras.

Podría mentirte y fingir que fui más maduro de lo que en realidad fui, pero no lo haré y te seré sincero: en aquellos momentos te odié. Te odié porque yo había estado años fantaseando con la idea de declararme y de estos bonitos amores de película correspondidos, y llegaste tú, como una bofetada, como alguien dispuesto a decirme algo así como "deja de soñar, gilipollas, nunca podrás tenerle".

Evidentemente tú no me dijiste eso. Jamás habrías dicho algo así y lo sé. Pero así me sentí yo. Me sentí como si tú fueras la culpable de todo. No lo eras, de verdad que no, no quiero que pienses eso.

El primer mes de enero se me hizo insoportable. Raúl parecía empeñado en traerte a mi casa, como si quisiera meter el dedo en la llaga y recordarme que tú eras "el amor de su vida" y yo solo su amigo.

Simplemente WisplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora