Capítulo 11

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Habían pasado tres días desde que se habían visto, desde aquel día en la cafetería. La única comunicación que tenían, eran las conversaciones por mensajes de texto durante el día y la noche.

Llevaba poco tiempo, pero ya se estaba volviendo costumbre entre las dos, Emma le enviaría algunos en los recesos del colegio, y Regina le contestaría en sus colaciones o a la hora de almuerzo, que era cuando se daba un descanso. Al llegar a casa en la noche, ambas se contarían lo que habían estado haciendo durante el día y luego se darían las buenas noches.

Parecían solo dos amigas mensajeandose, pero la coquetería mutua entre mensajes mostraba algo más.

La rubia estaba ansiosa por verla otra vez. Cada día tenía la esperanza de verla llegar para almorzar a la cafetería, pero cada día, era Cora quien venía por el almuerzo de su hija. Y cada día ella le entregaría una notita de la morena, que mantenía a Emma con una brillante sonrisa.

En los tres días que habían pasado sin verse, nunca faltó la sorpresa de Regina en su puerta, a pesar de que disponía de poco tiempo. Como aquel primer día fueron las manzanas, el segundo fue un ramo de rosas, el tercero unas galletas en forma de cisne, eso la hizo soltar una carcajada, y esa misma mañana había sido una foto juntas que les había tomado Cora, cuando Regina le daba clases de matemáticas. Todo muy simple, pero los detalles eran lo que hacían que su corazón revoloteara, y que la sonrisa nunca se borrara.

Mientras limpiaba una de las mesas escuchó a Granny hablar por teléfono. Una entrega a domicilio. Seguramente le tocaría a ella, ya que era la única que estaba desocupada en ese momento.

Se preguntó porque Cora aún no llegaba, siempre era muy puntual en recoger las comidas para Regina. Había un par de chicas sentadas en una mesa, las reconoció de aquel último día que vio a la morena, esas chicas seguramente eran sus bailarinas. ¿Porqué ellas salían a comer y Regina no? Hizo una nota mental de preguntarle eso en la noche.

-¡Emma!-. La llamó Granny. Y ella levantó su vista hacia ella, haciéndole saber que la escuchaba. Lleva esta entrega, a esta dirección-. Le dijo entregándole una tarjeta.

-Claro-. Dijo la rubia quitándose el delantal, y cogiendo la bolsa salió de la cafetería.

Se detuvo justo en las escaleras para leer la tarjeta, dándose cuenta que era en el teatro, donde estaba Regina ensayando. Por un breve momento se imaginó que la comida seria para ella y tendría la oportunidad de verla, aunque sea por un minuto. Se fue todo el camino cruzando los dedos para que eso ocurriera.

Llegó en poco tiempo, o eso le pareció a ella. Cuando vio el edificio desde fuera, se imaginó como seria el día del concierto, lleno de gente emocionada y tratando de encontrar estacionamiento. ¿Cómo lo harían con las entradas?

Traspasó las dos grandes puertas del recinto encontrándose con un buen número de personas. Hombre y mujeres moviendo cosas de un lado a otro, busco con la mirada a alguien que se encontrara desocupado para preguntar quien había hecho el pedido, cuando una mujer se le acercó, llevaba unos audífonos muy extraños, puesto que solo estaba colocado en un oído mientras del otro lado se afirmaba de la cabeza, y tenían un micrófono. La mujer cargaba unos papeles en las manos junto con un lápiz, seguramente con la lista de personas que tenían autorización para entrar.

-¿Puedo ayudarte en algo?

-Traigo un pedido desde Granny’s.

-Un momento-. Dijo la mujer mientras hablaba con alguien a través del audífono con micrófono, el cual se dio cuenta estaba conectado a una radio. –Sígueme-. Le dijo yendo por una de las puertas laterales, desde alli se escuchaba el sonido de un piano.

Cuerdas del corazón (SwanQueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora