❄ Capítulo 20: una nueva amistad.

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Días después Anthony salía del trabajo con un gran envase de helado dentro de una de las bolsas de la tienda, miró hacia su derecha, varias cuadras en aquella dirección y llegaría al apartamento que rentaba, observó después la calle frente a él, unas calles más allá y después de cruzar un par de veces, y caminar otras calles, se encontraba Sarah, quería volver a verla, sentir de nuevo aquel extraño sentimiento que solo tenía cuando estaba a su lado. Vaciló un poco, y comenzó a caminar hacia su derecha para cambiar de rumbo diecisiete pasos después.

No estaba seguro de hacerlo, Sarah había al parecer querido volver a reunirse con él, pero no había recibido noticias o peticiones de visita. Le preocupaba que las cosas no hubieras salido tan bien como él lo había percibido.

Por suerte iba saliendo un inquilino del edificio, y aprovechó de entrar haciéndose el que vivía allí también.

—Anthony, hola, eh... Sarah está dormida —dijo Olivia quien había tardado en abrir la puerta.

—Lo siento, debí de avisar primero antes de venir —opinó dando un paso hacia atrás—, solo vine a traerles más helado —respondió y dando de nuevo el paso hacia adelante, le entregó a Olivia una bolsa fría y pesada.

—Yo... perdón, no tienes que irte de una vez, es decir, ya estás aquí —aseguró y se hizo a un lado para hacer espacio, pero no parecía estar muy segura, sin embargo, Anthony no prestó mucha atención a su comportamiento y dispuso a entrar con mucho ánimo.

—¡Genial!

Anthony entró al apartamento y enseguida pudo sentir aquello que anhelaba, esa poderosa emoción que tan bien lo hacía sentir, miró alrededor, como si Sarah estuviera a su lado, pero no la encontró. «Está dormida» se dijo repitiendo las palabras de Olivia.

—Acabo de preparar chocolate caliente —dijo Olivia después de cerrar la puerta—, ¿quieres? —añadió mientras que se dirigía a la cocina que estaba a pocos pasos.

—¡Sí! —respondió emocionado, casi frenético, como si su estómago hubiera creado una pequeña adicción a esta oscura bebida y olvidó sus recientes pensamientos— Me gustó mucho el que me serviste cuando vine de visita, nunca lo había probado.

—¿Nunca? ¿Cómo es eso posible? —interrogó mientras que guardaba el helado en el refrigerador.

—No..., no lo sé —respondió Anthony, sin darse cuenta había descuidado su identidad al recordar aquel delicioso sabor, por un momento no supo que decir, se distrajo observando la cocina de caoba y mármol, no la había visto hasta ese momento, era muy acogedora, todo estaba muy limpio y ordenado—. Me refiero a que nunca había probado uno que supiera tan bien —aclaró unos segundos después y antes de sentarse en una de las altas sillas de la barra.

—Ya veo, bueno, reconozco que tengo mi pequeño secreto —confesó mientras buscaba algo en la alacena—. Ya sabes, lo típico, un ingrediente de mi abuela que nadie conoce, solo yo y mis hermanas.

—¿Tienes hermanas?

—Sí, tengo tres —respondió al colocarse un guante de cocina rojo para servir la bebida caliente.

—¡Vaya!

—Y un hermano menor, pero a él no se le dijo el secreto, tal vez a su esposa, si es que alguna vez llega a casarse, es un casanova —dijo entre enfadada y divertida—. Aquí tienes —añadió entregando una gran taza de color rojo.

—Gracias, me caerá bien con este frío.

—¿No te agrada el clima?

—No —respondió negando con la cabeza antes de probar la bebida—, ¿y a ti?

El invierno del Ángel  © [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora