Anthony había imaginado que la primera vez que miraría los ojos de Sarah estarían llenos de dulzura y no de enojo y confusión. Entre todas las cosas que habían ocurrido aquella noche después del accidente, no se le había pasado por la mente que compartiría tiempo con Sarah hasta que ella recuperara la visión por completo, tampoco en la posibilidad de quedarse a dormir en su apartamento, y mucho menos que, tiempo después, el doctor Mario le mandaría saludos. En realidad, ahora que lo pensaba, había sido un verdadero milagro que el médico no lo hubiera mencionado delante de ella aquella semana en el hospital.
Aquella noche, después de verse cara a cara con Sarah en la heladería, se encontraba sentado en una silla que había comprado hace poco, solo la usaba sentarse a comer todas las noches y por las mañanas antes de salir a trabajar, la había colocado junto a una de las ventanas, muy cerca de la cocina. Solía observar el paisaje mientras se alimentaba, esta vez, no podía despegar la mirada del plato, servía una porción de sopa en la cuchara y la vertía de nuevo sobre el plato antes de intentar siquiera llevársela a la boca.
Unos veinte minutos después, decidido finalmente a comer, se metió una cuchara a rebosar y tuvo que hacer un esfuerzo en no escupir, se tragó aquello con gran desagrado e hizo un gesto de asco. Se levantó hasta la cocina para calentar su cena, no tenía microondas, así que sacó la pequeña olla que ya había guardado, vertió el contenido del plato y mientras esperaba que el fuego cumpliera su trabajo se dedicó a dar unos mordiscos a un pedazo de pan que sacó de una bolsa de plástico.
Haber visto a Sarah completamente curada había sido muy gratificante, pero eso podía significar el fin de sus encuentros, no solamente porque ahora ella sabía que él había fingido ser su pareja y que lo más probable era que la confianza que había logrado construir se había derrumbado como una pirámide de naipes en un ventarrón. Sarah podía ver, ya no estaba incapacitada, volvería a su vida de antes, sus otros amigos, su trabajo, y cabía la posibilidad de que arreglara la relación con aquel hombre con quien había compartido varios años ¿Tendría él un lugar en su vida ahora que todo iba a volver a la normalidad? Estaba casi seguro de que la respuesta sería afirmativa si no se hubiera descubierto aquel secreto.
Dos horas más tarde, luego de estar con la mirada fija en un viejo televisor que había adquirido a un precio elevado para su calidad, puesto que no mostraba bien las imágenes, se dormido con la sensación de que Sarah estaba a su lado.
La mañana siguiente fue una pesadilla en el trabajo, nada le aterraba más que alejarse de Sarah, puesto que continuaba considerando que ella había sido quien le había salvado la vida y de que durante un tiempo ella había significado su único motivo para seguir adelante ¿Perderla significaría que junto con ella perdería también la voluntad de vivir? ¿Acaso su trabajo, su nuevo hogar, Isaac, Basil y sus otros compañeros lograrían mantenerlo con las ganas de continuar? No podía contar con Olivia, ella de seguro, en defensa de su amiga, sería la primera en alejarse, ya le había demostrado el grado de desconfianza que le profesaba cuando lo conoció en el hospital. Sentía que él mismo había marcado su fin. Estaba tan enfrascado en sus pensamientos y se aferraba tanto a Sarah en su mente que continuaba sintiendo que ella estaba allí cerca de él, aquel sentimiento no lo había abandonado desde la mañana anterior y pensó que tal vez estaría perdiendo la capacidad de mantenerse cuerdo, necesitaba tanto a Sarah que su mente creaba la sensación de que ella no lo dejaría.
—No puede ser que vaya a volverme loco —murmuró.
—¿Loco?, ¿quién está loco?
Anthony escuchó una voz a sus espaldas, era Elena, la compañera de trabajo que no hace mucho había rescatado a un cachorro luego de ser atropellado.
—Lo siento, hablaba conmigo mismo.
—Obviamente, pero ¿quién está loco?
Anthony rio apenado.
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El invierno del Ángel © [DISPONIBLE EN AMAZON]
General FictionCuando estar vivo se transforma en una pesadilla y el corazón no puede soportar más dolor, el protagonista de esta historia se plantea cómo salir adelante. Sin embargo, llega un momento en que siente que le es imposible continuar. Todo cambia una so...