Cuando estar vivo se transforma en una pesadilla y el corazón no puede soportar más dolor, el protagonista de esta historia se plantea cómo salir adelante. Sin embargo, llega un momento en que siente que le es imposible continuar.
Todo cambia una so...
En el momento en que Sarah inició el relato del accidente aquella noche Tom se paralizó del miedo, así que se apresuró a insistir en que se encontraba en perfecto estado de salud, le costó trabajo calmarlo, y fue mucho más complicado cuando explicó que se había quedado ciega durante varias semanas. Tom, entre un ataque de pánico y desesperación, le exigió colocarse bajo la luz de una lámpara para comprobar que no tenía ningún problema visible en sus ojos, incluso le pidió repetidas veces que le dijera cuantos dedos tenía en la mano frente a ella.
—Tenías que habérmelo dicho, yo hubiera cuidado de ti —decía.
Cuando Sarah comenzó a explicar cómo fue que conoció a Anthony, y las maneras en que él y Olivia la ayudaron, fue interrumpida de nuevo.
—Fue con él, ¿cierto? —había preguntado Tom. Él pareció haberlo sospechado desde el momento en que ella pronunció su nombre, su lenguaje corporal había cambiado, incluso el tono de su voz se tornó diferente al hablar sobre el sujeto rubio.
Sarah obvió la parte en donde descubrió que Anthony se había hecho pasar por su pareja en el hospital, sabía que aquello desde el punto de vista de su novio podría parecer acoso, él no lo conocía como ella y no quería causar problemas al hacer muchos halagos sobre el hombre que la había cuidado, creyó que no había necesidad de contar cada detalle.
No pudo molestarse con su novio, su reacción ante la noticia del accidente no fue como esperaba, pero estaba en todo su derecho puesto que ella le había ocultado algo de gran importancia. Tampoco pudo reclamarle por su actitud ante Anthony y sentir celos de él. A pesar de eso, Tom había llorado de dolor durante un instante mientras que la sostenía fuerte entre sus brazos, mientras se lamentaba en voz alta por lo que había ocurrido, y por el miedo que lo invadió al pensar que a punto estuvo de perderla para siempre. Sarah le había contado todo, desde el momento en que ella se había ido de la fiesta en año nuevo, hasta cuando se había decidido ir a buscarlo.
Ambos estuvieron hablando esa noche hasta que se quedaron dormidos, ninguno supo cual fue el primero.
La mañana siguiente, luego de desayunar y de despedirse con el primer beso después de un tiempo, además de un abrazo que duró un par de minutos, Tom se fue al trabajo y Sarah usó el tren para ir a visitar a Olivia a su apartamento.
Ambas amigas se disculparon por la discusión de su último encuentro y se pusieron al día, pero fue Olivia la que, luego de una larga disculpa por parte de Sarah, se sorprendiera más al escuchar las cosas que habían ocurrido en tan poco tiempo.
—¡¿Cómo es posible que yo me aleje por unos días y todo esto ocurra de pronto?! —decía Olivia sorprendida— ¿Sabes? Supuse más de una vez que él tenía sentimientos por ti —confesó con un poco de rencor—, pero era tan amable y nunca pedía nada a cambio que confiaba en él.
—Anthony no tenía malas intenciones, fue de mucha ayuda para ambas. Ninguna de las dos podemos quejarnos de él.
—Lo sé, pero él sabía de Tom —insistió Olivia—, quiso confundirte.
—Claro que no. También estaba al tanto lo que ocurrió en aquella fiesta, lo que Tom me dijo... —explicó de inmediato— sabía que yo me rehusaba a encontrarme con él. Solo supuso que mi relación con Tom no tendría arreglo. Anthony no me obligó a hacer nada esa noche, te lo repito, yo dejé que me besara —añadió con firmeza y mirándola a los ojos—. Además, la mañana siguiente cuando desperté él ya se había ido...
—¿Se fue sin decir nada? —interrumpió.
—Sí —lamentó Sarah—, no sé que debe haber pensando.
—Bueno, y ¿cuándo vas a hablar con él? —preguntó con curiosidad.
Sarah negó con la cabeza.
—Oye, te estás volviendo una experta en huir de las personas que merecen una explicación —opinó Olivia sin inmutarse.
Sarah miró a su amiga, pero esta solo se dedicó a devolverle la mirada con más intensidad.
—Sí voy a hablar con él, es solo que debo pensar en cómo hacerlo, no quiero herirlo —explicó tratando de justificarse.
—Sarah, no hay forma de que no lo hagas. Ahora que lo pienso —dijo con nostalgia y calmando sus ánimos—, debes de importarle mucho, sino no hubiera hecho todo lo que hizo para cuidarte. Saldrá lastimado lo digas como lo digas —aseguró.
Sarah resopló, entre más lo pensaba más quería retrasar su encuentro con él.
—Creo que tienes razón —dijo en voz baja mientras se apretaba las manos que las tenía heladas.
—Claro que la tengo, además, debes despedirte de él. Para siempre.
Sarah, que había desviado su mirada un poco, movió la cabeza en dirección a su amiga.
—No puedes pretender que él y Tom sean mejores amigos, esa convivencia no es saludable para nadie —dijo con velocidad—. Además, ustedes se irán a California, ¿no?
—Supongo que sí —respondió Sarah pensativa—, no lo hablamos anoche, pero es lo más probable.
—Bueno, decídanlo pronto —insistió Olivia.
—¿Por qué?
—Me iré con ustedes.
—¡¿De verdad?! —exclamó sin poder disimular su sorpresa.
—Quiero que el incendio sirva de algo, utilizarlo como una excusa para empezar de nuevo, en otro lugar —respondió con tristeza—. He estado pensando en que tal vez sí pueda encontrar a alguien.
—¡Claro que lo harás! ¡Oh, Olivia! De verdad lamento lo de tu negocio, pero tú eres más importante. Encontrarás a alguien, sé que sí.
Sarah se sintió muy feliz y por un momento olvidó sus preocupaciones, se quedó en el apartamento de su amiga hasta pasada la hora del almuerzo.
Mientras caminaba a su apartamento decidió detenerse en una tienda y comprar unas cosas. Cuando salió de allí, con una gran bolsa entre sus brazos, se dirigió hasta su residencia con intensiones de cargar la batería de su teléfono, que se había apagado en algún momento durante la madrugada, para llamar a Anthony y preguntarle cuándo podrían verse.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.