❄ Capítulo 9: ¿quién eres?

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Anthony entró a la habitación donde Sarah estaba ingresada y se alegró mucho al notar que estaba despierta. Era obvio que ella se había dado cuenta de que alguien había entrado, ya debía de estar consciente de lo que le había ocurrido y temió hablarle, era posible que lo recordara y se enfadara.

—Veo que estás despierta —dijo con un tono alegre y con miedo a la vez— ¿Cómo te sientes?

—¿Doctor? —preguntó ella enseguida.

—No, no soy el doctor.

—¿Eres un enfermero?

—Tampoco

—¿Te conozco? —curioseó temerosa y Anthony se dio cuenta de que estaba asustada.

—Estuve aquí hace unas horas —comenzó a explicarse mientras se acercaba a ella, te pregunté si llamaba a tus padres.

—No recuerdo eso.

—Me pediste que les dijera que estabas bien.

—¿Dónde están mis padres? —preguntó alarmada.

—No lo sé, yo solo les envié un mensaje.

—¿Cómo conseguiste su número?

—En tu teléfono, tu bolso está justo aquí —explicó mientras que lo señalaba con la mano y se sintió mal al hacerlo.

—¿De verdad?, eso es un gran alivio, yo... un momento —.Se interrumpió ella misma— ¿Quién eres? —preguntó y se notó un ligero temor en su voz.

Anthony pensó que no lo había reconocido por su voz, de todos modos, las pocas palabras que habían intercambiado en el puente habían sido gritos a la distancia. Aclaró la garganta y demasiado nervioso se presentó.

—Lo siento. Me llamo Anthony, te vi cuando te ingresaron al hospital después de que tuviste el accidente —mintió—. Pensé que eras alguien conocido y me preocupé, ahora que sé que no eres quien creía, solo... solo quiero saber si te encuentras mejor.

—¡Oh!, bueno... siento que te hayas asustado, yo estoy bien, gracias, o bueno, estoy viva y es lo que importa, he estado repitiéndomelo una y otra vez porque... lo siento, no es asunto tuyo, perdona.

—No te disculpes.

—Gracias, eres amable —respondió con una sonrisa y después respiró profundo—. Oye, perdona, pero aprovechando que estás aquí, ¿podrías decirme que tengo frente a mí y dónde está exactamente?, no quiero derramar nada —pidió apenada.

—Claro, espera un segundo.

Anthony se dio la vuelta para colocar todas sus pertenencias de nuevo en el sofá y después se dirigió hasta a ella.

—Esto que está aquí es una ensalada de frutas —explicó y enseguida se la entregó en la mano izquierda, con cuidado—, justo aquí enfrente tienes un yogurt —continuó mientras lo destapaba y le colocaba la pequeña cuchara para que ella pudiera comer con facilidad—. Justo aquí —añadió mientras que con cuidado le tomó la mano para señalarle donde estaba.

—Gracias, Anthony, ¿cierto? me gusta ese nombre, me recuerda a un amigo de la escuela —dijo con una sonrisa— Oye, espero no sea mucho abuso, pero ¿será posible que puedas ayudarme a marcar un par de números en mi teléfono?

—Por supuesto —respondió, se apresuró a sacar el aparato del bolso y procedió a encenderlo— Espera un poco, no tenías casi batería, así que lo apagué después de avisar a tus padres.

—Vaya, eso no es bueno, pero te agradezco el hecho de que lo hayas pagado, espero sea suficiente.

—Ya está listo—dijo después de un instante— ¿A quién llamo?

El invierno del Ángel  © [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora