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    Los siguientes días habían sido totalmente desastrosos. Taehyung se mantenía aburrido, cumplía sus horarios porque le tocaban y no, porque realmente veía algo realmente productivo en el transcurso de lo que corría en su vida.

Atendía a las personas con una sonrisa muy hipócrita y al cabo de que dieran la espalda, aquella desaparecía por completo.

Aún recordaba la cara de sorpresa y desánimo que su menor había demostrado justo en ése momento. Taehyung admitía haber esperado algo más; quizá algo de objeción por lo dicho, pero realmente no hubo más que un incómodo silencio por su parte. Aunque, de algún modo, pudo leerle de forma más sencilla; sus ojos expresaban mucha confusión, alcanzó a notar que sus manos no dejaban de apretar de forma fuerte sus rodillas y su postura lo dejaba muy intranquilo.
Se sentía culpable por ello, pero había sido inevitable no pensar y hablar de esa forma.

Taehyung quiso acercarse, quiso entenderle y apoyarle en cualquier cosa. Siempre lo había pensado así, pero en ésos momentos ya no sabía si realmente era lo único relevante.

Él había entendido algo que consideraba muy importante; para amar y valorar a alguien, no sólo se necesita aceptarse a uno mismo. Estamos mal si realmente creemos que con ello es suficiente.

Hizo un puchero en sus labios y recostó su cabeza en el mesón de aluminio.

—Tae, hola. —Sonrió Angeline y se acercó rápidamente. —Perdón por la tardanza.

El menor frunció su ceño y la miró. —¿Qué hora es?

—Dos y media —recordó—. Ya es cambio de turno.

El menor muy sorprendido, miró la hora y asintió.

—Yo… no tenia idea —mencionó y sacó el delantal que hacia juego con el lugar.

—Estás algo distraído. —Rió levemente.

El pelirrojo asintió, tomó su mochila y se despidió de la sonriente chica.
Al salir del lugar, se había dado cuenta de que no había comido algo además de un café a medio tomar en la mañana. Se había volado el horario de almuerzo de forma inconsciente.

El menor decidió llegar a un parque cercano, comprar algo allí y sentarse a comer cualquier cosa debajo de algún árbol. Y es que si Jimin llegaba a llamarle a preguntar por ello, podría enojarse.
Después de comprar lo primero pasado por su cabeza, se acomodó en un lugar relativamente lejano y empezó a comer.

Allí, las personas iban con sus parejas y acompañaban a sus hijos a jugar en el amplio lugar. Los perros paseaban con sus amos de forma tranquila. Era un lugar bastante agradable.

Un perrito bastante pequeño se acercó al pelirrojo, empezó a olfatearle y Tae frunció su ceño.

—Esto es mío —le advirtió al canino, refiriéndose al sándwich recién mordido.

El pequeño empezó a ladrarle, provocando un gran escándalo.

—¡Que no te lo voy a dar! —Alegó, discutiendo… aparentemente con el animal.

—¡Oh, Tae! —Rió la persona, se acercó y apoyó sus dos manos en sus rodillas. —¿Nori molestando? Realmente lo siento.

—Ah, ¿es Nori? —Preguntó y miró a la pequeñita.

Chanyeol asintió y la cargó. —Se había soltado de su correa. Tenía miedo de que se fuera a la calle. Ya sabes… lo carros.

Taehyung asintió. —Veo que ya está recuperada —comentó.

—Sí, y ahora mucho más enérgica —mencionó, con una gran sonrisa—. ¿Puedo sentarme?

Tae no hizo más que rodar su cuerpo para darle espacio al más alto. Chanyeol se sentó a su lado, aún manteniendo a la perrita entre sus brazos.

Taehyung loves Jungkook [KOOKV - #2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora