Capitulo 34

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Es Domingo, estamos en la transición de otoño a invierno y hace el frío suficiente como para necesitar un chaquetón.
Avisé a mamá y salí de casa lo antes posible no quería ni verla. Me habían traicionado, y no se lo iba a perdonar tan fácilmente.
Abrigada con un chaquetón marrón chocolate y unas botas de un tono más claro salí enfadada de mi casa. Pasé por enfrente de la casa de los vecinos dirigiéndome a mi refugio.
Noté como una persona me miraba pero no le di importancia y seguí adelante.

Mi refugio no era de lo más, pero hacía su función en momentos cómo este.

No muy lejos del colegio, había un descampado lleno de árboles, de los cuáles algunos parecían hacer cabañas. En una de ellas se encontraba mí refugio. Aunque no fuese el chalet de las Kardashian se podía pasar una buena tarde allí. Aparté unas ramas de mi vista para entrar a aquella cabaña que desde fuera no se veía quien había dentro.
Me senté en una rueda hasta que una cabellera negra se visualizó fuera de la cabaña.

—¿Val?— Dijo Carlos abrumado y con un tono nervioso. — Se que estás ahí.— Volvió a decir esta vez serio.

Se acercó más a mi cabaña haciéndome temblar por unos segundos.

—Val, joder menos mal.— Dijo aliviado tirándose a mis brazos. —Me has asustado, ¿qué pasa?

—¿Que qué me pasa? Dentro de dos meses tengo la prueba final para entrar a la universidad de nuestros sueños, ¿y sabes qué? La persona con la que más tiempo he pasado, aparte de Ana, a la persona que más he ayudado y sacado de apuros y a la que más quiero en estos momentos de mi vida no va a hacerla conmigo. Eso es lo que me pasa.— Dije desbordada y entre llantos haciendo brotar lágrimas de mis ojos.
Carlos se acercó corriendo a mí y me quitó las lágrimas con su pulgar.

—Cariño.— Susurró acercándose a mi oreja.— He pasado a la siguiente prueba.— Dijo haciendo que acto seguido lo abrazase como si de la última vez se tratase.

—No decías que no pasabas.— Dije entrecortada e hipando por haber llorado.

—Salí en las últimas listas de ayer, tú hermano las vio.— Lentamente se explicó apoyado en mi hombro.

—Y el correo.— Temblando dije en un susurro.

—Todavía no lo he visto ya que ayer pasé todo el día contigo.—Dijo acariciándome la espalda.

—Te quiero.— Dije en un hilo de voz.

—Yo también te quiero pero si no nos damos prisa no llegaremos al instituto y queda mal los últimos días no ir.— Dijo entre risas separándose de mi.

—Joder las clases.— Rápidamente cogí mi mochila y a paso acelerado me dirigí hacia la salida arrastrando a Carlos.

•••

Cruzamos el umbral de la puerta principal del instituto a la par con el comienzo del timbre del principio de las clases. Corriendo me dirigí a mi taquilla  y descargué mi mochila de los libros que no utilizaría en las primeras horas. A paso acelerado me dirigí a la primera clase del día rezando para que el profesor me dejase entrar.

—Bienvenida Valeria.— Me saludó el profesor cuándo pase el umbral de la puerta.

—Buenos días profesor.— Le contesté tomando asiento rápidamente.

La típica chica ruda ||Cupito||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora