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El miedo residía en mi interior, era algo que estaba vivo, que respiraba. A veces podía sentir que merodeaba, que luchaba por liberarse. Y en ese instante viajaba conmigo mientras Bambam y yo acechábamos entre los densos matorrales del parque nacional, al filo de la medianoche.
Pero yo me había convertido en un experto en enmascarar el miedo. No quería que Bam pensara que había cometido un error al convencerme para trabajar con él como guía del parque. Me figuraba que podía aprender de él unos cuantos trucos sobre cómo combatir a los demonios interiores. Él le daba un nuevo sentido a la palabra aventura.

Aun así, ir los dos solos a un lugar en el que había seres salvajes buscando aperitivos era una locura. Y mayor locura aún no decírselo a nadie. Habíamos guardado silencio porque el mero hecho de abandonar los barracones una vez se apagaban las luces era motivo suficiente de despido. Y después de haber conseguido sobrevivir a una semana de entrenamiento intensivo, yo no estaba dispuesto a que me echaran la noche antes de mi primera misión.

Apreté con fuerza mi arma: una Maglite¹ Mi padre adoptivo es policía, y me ha enseñado unas cien formas de matar a alguien con una linterna. De acuerdo, tengo tendencia a exagerar, pero aun así, me ha enseñado unos cuantos movimientos defensivos.

A un lado, donde estaba la mayor espesura de árboles y de arbustos, oí un crujido.

─¡Espera! ─susurré con voz áspera.─¿Qué ha sido eso?

Bambam exploró los matorrales con la linterna y escrutó la oscuridad de las copas de los árboles. Aquella noche había luna creciente, pero su luz no podía penetrar la espesura de los árboles en el lugar preciso en el que estábamos.

─¿Qué ha sido qué?

Al girar yo mi linterna, el rayo de luz lo deslumbró. Él dio un paso atrás y alzó una mano para protegerse los ojos de tanta luz directa. Su sedoso cabello blanco teñido reflejó la luz y por un momento pareció mágico. Me recordó a un hada. Sin embargo, yo sabía que sus delicados rasgos ocultaban una gran fuerza interior. Bambam había salido en la primera plana de los periódicos locales al salvar a un niño del ataque de un puma.

─Me ha parecido oír algo ─dije yo.

─¿Algo como qué?

─No lo sé.

Miré a mi alrededor. El corazón me latía fuertemente. Me encantaba estar al aire libre, pero esa noche me daba miedo. No podía quitarme de la cabeza la idea de que alguien me observaba o de que estaba viviendo mi propio momento de El proyecto de la bruja de Blair.

¿Algo así como pisadas, quizá? ─preguntó Bam.

─No, en realidad no. No era el ruido de unas pisadas humanas. Era más bien como si alguien caminara lentamente, solo con calcetines... O como el ruido de patas, quizá.

Inmediatamente él colocó uno de sus delgados brazos sobre mis hombros. Él era un poco más alto que yo. Nos habíamos conocido el año pasado cuando vine de acampada con mis padres. Bambam había sido uno de nuestros guías serpas, como solía llamarlos el personal del parque. Enseguida conectamos y nos hicimos amigos, y durante el curso escolar nos habíamos mantenido en contacto.

─No nos sigue nadie ─aseguró─. Todo el mundo estaba durmiendo cuando nos marchamos de la cabaña.

─¿Y si es algún tipo de depredador?

El miedo que experimentaba no tenía ningún sentido. Pero estaba seguro que había oído algo, e intuía que no se trataba de nada bueno. No podía explicar porqué lo sabía: era como un sexto sentido.

La risa de Bambam resonó por entre los árboles.

─Lo digo enserio ¿Qué me dices del puma del año pasado? ─pregunté.

#1GO MOONLIGHT || 2JAE ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora