Crónicas de los abuelos humanos

9.9K 961 223
                                    

Clark Kent era un humilde hombre nacido y criado en Smallville, Kansas, donde sus padres poseían una granja. Amable, justo, noble, servicial y algo torpe socialmente, recibió todo el apoyo de su padre cuando decidió estudiar periodismo en lugar de convencerlo para que siguiera el negocio familiar. Si bien amaba la vida en el campo, Clark deseaba poder escribir artículos que hicieran conciencia social y ayudaran a lograr un mundo mejor.

Por ello fue un duro golpe cuando su padre falleció en un accidente automovilístico. Aunque trató de mantenerse fuerte para su madre, en el fondo se sentía desolado. Martha Kent conocía muy bien a su hijo, por lo que buscó una manera de ayudarlo a lidiar con su pérdida sin que se guardara todo dentro. Luego de pedir consejo a amigos y familiares llegó a una buena conclusión.

-¿Un perro? –preguntó Clark

-Sí. Sabes que tus tíos crían labradores en su granja y me dijeron que tienen una nueva camada. Creo que un cachorro será una buena compañía para nosotros.

Clark amaba los animales, pero realmente solo había tenido un perro a lo largo de su vida y murió cuando él era niño. Decidió aceptar la sugerencia de su madre y juntos visitaron la otra granja donde varios labradores de distintos tamaños y colores corrían por el campo.

-Esta es la camada más reciente –explicó su joven primo Conner "Kon" Kent-. Seguro que serán de tu agrado, Clark.

El hombre de gafas observó a siete cachorros jugando alegremente entre ellos, realmente todos eran adorables. Entonces llamó su atención un octavo perrito que se encontraba enroscado lejos de sus hermanos; parecía más chico y delgado que los otros, sin embargo al notar la mirada sobre él, alzó las orejas y movió la cola con entusiasmo.

-¿Qué sucede con él? –preguntó Clark, señalándolo

-Es el más pequeño y débil de todos. Ha estado un poco enfermo prácticamente desde que nació y la verdad no estamos seguros de si sobrevivirá mucho tiempo.

Clark siguió mirando al cachorro que poco a poco se puso de pie y caminó hacia él a paso lento pero seguro. El hombre sonrió y se agachó para acariciarlo, recibiendo un fuerte ladrido y luego un lengüetazo en la mano.

-Creo que tiene bastante espíritu –comentó sonriendo y tomó al pequeño en sus manos-. ¿Qué opinas, amigo?, ¿quieres ir a casa con mamá y conmigo?

Martha y Conner trataron de disuadirlo debido a la frágil salud del cachorro, pero el otro no les hizo caso pues ya había tomado su decisión. Estaba seguro de la gran fuerza de voluntad que poseía su nuevo amigo aún debajo de esa débil apariencia. Decidió llamarlo Steve y no pudo evitar sentirse presumido y orgulloso cuando al pasar el tiempo su hijo canino creció para convertirse en un grande y fuerte labrador, juguetón, cariñoso, leal y bien educado gracias a los entrenamientos y ejercicios que Clark le inculcó. Steve era la clase de perro que cualquier dueño envidiaría.

Por otra parte, Bruce Wayne, dueño de Empresas Wayne, quedó huérfano a temprana edad. Siendo cuidado por su mayordomo Alfred, hizo todo lo posible por prepararse de la mejor manera y así continuar el legado de su familia. Si bien tenía una fama de playboy y millonario presumido, en realidad Bruce era alguien bastante serio, reservado y responsable que prefería no tener que relacionarse profundamente con demasiada gente. A pesar de ello poseía un gran corazón y no dudaba en participar en actos benéficos. En opinión de Alfred, sus mejores decisiones fueron apadrinar a tres diferentes jóvenes huérfanos con talento: Richard "Dick" Grayson, Jason "Jay" Todd y Timothy "Tim" Drake.

Los tres chicos eran lo más cercano que Bruce tenía como hijos y si bien los conoció cuando ya estaban entrando en la adolescencia, eso no impidió que formaran un peculiar vínculo familiar. Discutían, se peleaban y luego terminaban haciendo alguna actividad como ver películas o irse de paseo, por lo que la relación funcionaba para ellos. De modo que cuando Tim, el más joven, se iría también a la universidad, los jóvenes idearon algo para no dejar totalmente solos a Bruce y Alfred.

De perros y gatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora