Nuevos amigos

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Un hermoso día de primavera, Clark colocó las corres a sus tres perros y decidió llevarlos a pasear al parque mientras su esposo y los felinos de la mansión dormían profundamente. El hombre de gafas sonreía al ver a sus compañeros tan animados, de modo que cuando encontró un agradable espacio, los desató para que estiraran las patas a gusto. Thor de inmediato corrió a jugar con otros perros cercanos, era demasiado amistoso, mientras que Steve con su hocico le extendía un disco para que se lo lanzara.

-Muy bien, vamos a jugar. Toma, Peter –dio una golosina al cachorro y le acarició la cabeza-. No te alejes mucho, pequeño.

El perrito ladró animadamente mientras sujetaba la galleta en forma de hueso, con la mirada le prometió a su padre que no se metería en problemas y se alejó trotando mientras buscaba un lugar tranquilo donde comer lo que su abuelo humano le dio.

Wade era un perro callejero al que le encantaba ese tipo de vida. Abandonado junto con sus hermanos al nacer, fue el único de la camada que sobrevivió y durante un tiempo vivió con una buena persona que le dio asilo, pero lamentablemente poco después volvió a quedarse solo y desde entonces había hecho todo lo posible para seguir sobreviviendo. La calle le enseñó varios trucos y ahora hasta podía darse la oportunidad de relajarse cuando quisiera. Solía frecuentar aquél parque porque siempre encontraba buenas cosas en la basura u olvidadas por las personas que llevaban a sus mascotas de paseo. Desafortunadamente hoy no había tenido tanta suerte y la verdad ya sentía hambre, por lo que estaba planeando ir a otra zona, pero justo en esos momentos escuchó unos ruidos y se puso en alerta. Enorme fue su sorpresa cuando lo que salió de entre los arbustos fue un joven cachorro de pelaje color chocolate con blanco en ciertas partes de su cuerpo, llevaba algo en el hocico y lo depositó en el suelo para mirar a Wade, moviendo la cola alegremente.

-Hola, ¿te sucede algo?

Wade no pudo responder porque estaba ocupado contemplando lo adorable que era el perrito frente a él. ¡Si hasta su voz era tan tierna! Era la primera vez que un cachorro fino (porque si bien era una cruza, se notaba que el collar era carísimo) se acercaba a él tan amistosamente. Antes de poder comenzar a charlar con él su estómago decidió recordarle el hambre, haciendo que quisiera golpearse con una pata para callar sus tripas.

-Eh... Buscaba algo de comer –fue lo que respondió

El cachorro lo observó unos momentos antes de volver a sujetar con su hocico la galleta para luego dejarla ante las patas del otro can.

-Toma, abuelo Clark me la regaló. No es mucho pero puedes tenerla.

-... Gracias. ¿Cómo te llamas, pequeño?

-Peter. Y no soy pequeño –se quejó de una manera tierna, al menos en la opinión de Wade

Intercambiaron algunos comentarios y Wade quería seguir platicando con Peter, sin embargo escucharon el grito de un humano llamándolo, por lo que el cachorro se despidió de él y se marchó a toda velocidad. Wade quiso detenerlo y al no lograrlo, decidió seguirlo. Pudo observar al perrito reunirse con un enorme labrador y un más grande retriever, quienes lo recibieron con gusto, por lo que supuso que eran su familia. Era una pena, realmente deseaba pasar más tiempo en su compañía y conocerlo mejor.

-Papá –dijo el can menor-, lo siento, abuelo Clark me dio una golosina y se la regalé a un perro de la calle llamado Wade. Pero es que tenía mucha hambre.

-No te preocupes, Peter, hiciste bien. Estoy seguro que papá Clark estará de acuerdo.

Steve acarició a su dulce hijo para demostrarle que en realidad estaba orgulloso de él por su noble acción. Entonces se dio cuenta que Thor no apartaba la mirada de unos arbustos a metros de ellos.

De perros y gatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora