Tres.
Después de aquella escena incomoda por parte de Alfredo hacia su nieta y Matteo, había caído la tarde de su segundo día en Buenos Aires.
Matteo había dejado su salida con Luna para otro día, con la llegada de Simón, Ámbar y el pequeño bebé era más que suficiente para estar entretenidos y hablar de mucho. De todo lo que pasó después de perder el contacto por tres largos años.
En los que, por lo visto, pasó de todo.
Luna no paraba de jugar con su sobrinito, los dos estaban de risueños por horas. Lo alzaba al aire, le hacía cosquillas, le besaba sus gorditas y tiernas mejillas y acariciaba con sus dedos las manitas suaves del nene haciéndolo reír a cada rato.
Matteo no les quitaba la mirada de encima con una leve sonrisa en sus labios. Ver a Luna así, con un bebé, le daba ganas de tener uno.
O unos.
Y luego estaba Simón que se daba cuenta de todo. Y en ese todo, se encontraban esas miradas por parte de Matteo hacia su mejor amiga y su hijo. Soltó por lo bajo una risa al verlo así. Antes ni siquiera se podían ver en pintura, ¿y ahora?, ahora son como unos hermanos.
Ámbar al ver dormir a Alex en los brazos de Luna, se lo pidió y con cuidado ella se lo dio a su mamá para que lo fuera a dejar a su cuna en donde antes dormía la rubia.
Simón la acompañó dejando solos a la joven pareja.
Se quedaron sentados en el cómodo sofá blanco de la sala de la mansión, juntos y abrazados. Matteo haciéndole suaves caricias en los brazos con sus dedos, mientras que Luna se recostaba en su pecho con su mano y la de Matteo entrelazadas en el corazón de él.
Matteo bajó la cabeza mirándola, verla tranquila, y acurrucada a él, le crecía una paz en su interior. Luna tenía sus ojos cerrados, el sueño la estaba venciendo y las caricias que Matteo le hacía en su brazo no ayudaba en mucho.
Soltó un suspiro y se removió sobre el pecho de él, en modo de que su nariz quedara en su cuello y sus manos aun entrelazadas en su corazón.
Luna, en cuestión de segundos quedó plácidamente dormida. Matteo al darse cuenta, sonrió de costado y se debatió entre cargarla o no.
Luna tiene el sueño pesado cuando está verdaderamente cansada, y el día de hoy así la notó él, así que no hay problema en cargarla hasta su habitación.
Relamió sus labios, pasó uno de sus brazos por debajo de las piernas de su chica y su otro brazo por su espalda. Luna dejó descansando sus manos en su vientre.
Se levantó cuando quedó cien por ciento seguro de que ella estaba a salvo en sus brazos y no la dejaría caer o algo por el estilo. En camino a su habitación, pequeños recuerdos pasaron por su mente cuando estaban en Italia.
[...]
Luna rió por décima vez en el día logrando sacarle una sonrisa más a Matteo, quien no paraba de mirarla.
—Ya, neta Matteo. —se quejó cuando cesó su risa. Matteo alzó una ceja— Dime por qué estamos aquí.
—¿No te gusta? —miró a su alrededor.
—¿Qué dices? Es hermoso. —suspira copiando la misma acción que su novio. Se abrazó a sí misma.
—Bueno, lamento decirte que no te diré nada.
—Hey. —volvió a quejarse. No habló más gracias a los labios de Matteo, quién los pegó a los de ella con tal de ya no escuchar sus quejas.
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Reencuentro; soy luna
FanfictionCuando Luna Valente cumplió sus veinte años, había tomado una decisión asombrando a su familia y amigos. Había decidido visitar Italia junto a Matteo, era un sueño que ambos querían cumplir. Y lo hicieron, solo que la diferencia es que se quedaron...