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Seis. 

Nina la arrastró prácticamente hacia la esquina de la sala de la mansión cuando todos pasaron a comer gracias a la invitación de Mónica.

—Nina, ¿no crees que se ve muy obvio? —dijo Luna, mirando a su alrededor despistadamente.

—Un poco... Pero, ¡dale Luna! Llevo más de tres años sin verte ni hablar con vos. —la mira ceñuda— ¿Por qué estás así, eh? Pará, no, mejor no me respondás eso aún... ¿Por qué perdimos el contacto?

—¿Quiéres que te responda eso? —alza su ceja divertida.

—Sí, digo, yo te llamé varias veces a tu movil pero vos jamás me respondiste. —cruza sus brazos.

Luna, nerviosa, comenzó a jugar con sus dedos.

—Bueno, si, verás. Yo... —abrió su boca, pero no salía nada, así que mejor mordisqueó su labio inferior. Nina la miró aun esperando respuesta. Luna suspira avergonzada— Perdí mi celular... —susurra.

Nina la mira sin entender.

—¿Qué decís?

La rubia aprieta sus labios.

—Perdí mi teléfono, Nina. Lo perdí en el aeropuerto. —explicó un poco alto.

—Nah, no, no puedo. ¿En serio? —parpadea. Luna asiente con sus mejillas ligeramente coloradas. Y entonces, la chica de lentes soltó una risota que hizo sonreír a su amiga con pena— ¡Dale! Que seguís siendo la misma Luna que conocí. —rió.

Luna suelta por lo bajo algunas risas por el comentario de su amiga pelinegra.

—Claro que sigo siendo yo, Nina. No he cambiado.

—Ambas sabemos que sí cambiaste. Y por cierto, estás hermosa. —ambas se sonríen y sin poder evitarlo; se abrazan nuevamente.

—Oh, que lindo abrazo, yo también quiero. —Jazmín se unió así como así siendo un abrazo de tres—Uh, cierto chicas, venía a decirles que Mónica ya sirvió la mesa. —sonríe separándose— Vengan que solo untedes dos faltan y yo ya me muero de hambre, —Nina y Luna se miran divertidas mientras que Jaz sigue hablando— ¿saben que la comida del avión es horrible? Deaj, iuh, no la vuelvo a probar nunca más...

Y así, Jazmín siguió hablando y hablando sin parar hasta que llegaron a la mesa para comer con todos y sentarse en las sillas del comedor.

Para mala suerte de Luna, su único asiento disponible era al lado de Matteo, renegando en su interior, se sentó a su lado. Nina la miraba con discreción, la conocía como para saber que algo no iba bien entre ellos. En cambio, Ámbar la miraba sin ser discreta, eso hasta que Simón le dio un leve golpe en su muslo y le hizo señas de que dejara de verla tan fijamente.

La rubia solo rodó sus ojos y se volteó a la periquera donde se encontraba el pequeño Alex. Le hizo cosquillas en su pancita haciéndolo reír.

Comieron entre risas y algunas anécdotas por parte de Pedro y Delfi en su último viaje a Brasil. Al terminar de comer, un silencio cómodo (no para Luna y Matteo) se instaló en el comedor.

—¿Y entonces? Dale, cuenten que hicieron en estos tres años. —habló Pedro mirando a cada uno de sus amigos.

—¡Ay si! Yo empiezo. —alegre, Jim se acomodó mejor en su lugar y juntó sus manos mirándolos— Primero debo decirles algo sobre Yam. Y no debéis interrumpir en nada, ¿vale? —todos soltaron un curioso "okey" y se dispusieron a escucharla atentos— Vale, Yam por una razón principal no pudo venir, y es que esa razón es —hizo una pausa apretando sus labios— ¡Tendrá un lugar en Radio Alive!

Reencuentro; soy lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora