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Trece.

Amaba verlo dormir, se veía tremendamente lindo. Sus pestañas largas se ven mejor cuando sus ojos están cerrados, descansando. Me da envidia saber que mi novio tiene las pestañas más bonitas que yo. Por qué sí, las pestañas de Matteo Balsano son de otro planeta.

Una sonrisa se me escapa y con cuidado de no despertarlo, beso la punta de su nariz. Quito su mano de mi cadera con cuidado y salgo de la cama.

Ya de pie, me estiro soltando mi cabello y lo desordeno para después suspirar.

Ya pasó una semana y aún no sé cómo decirle que es papá. Porque bueno, el bebé ya está, solo falta que nazca... Y aunque para eso falta un montón, me siento nerviosa.

Mi vientre por suerte aún no se nota y eso me da la ventaja de seguir pensando en una idea de cómo decírselo. ¿Qué podría hacerle?

Hice una mueca acariciando mi barbilla. Ya pensaras en algo, Luna. Me dije mentalmente. Ahora vamos a bañarnos porque me muero de hambre. Pensé, mordiendo el interior de mi mejilla antes de entrar a el baño y cerrar la puerta con cuidado.

[...]

—¿Sabes que le pasa a Ámbar?

Negué, sin dejar de comer esta delicia de ensalada que mamá me dió. Dijo que debía llevar una especie de "dieta" para él o la pequeñita que aún está en mi vientre nazca bien.

Y pues bueno, ya con hambre uno se come todo.

—Está rara desde ayer...

—¿Por qué lo dices? —respondí a mi amigo. Lo miré por unos segundos antes de volver a mí plato y seguir con lo mío.

—Parece molesta. El problema es que no se porque. —bufó.

—Bueno... —comí una fresa antes de hablar. Mastiqué y tragué— Ámbar es bipolar a veces.

Simón no dijo nada, simplemente se quedó mirando su plato aún medio lleno. Jugué con el tenedor en mis dedos mientras lo analizaba. Tenía su ceño fruncido. Parecía estar pensando en una solución a su problema.

—Mmmm, buen día. —la voz de Matteo me hizo mirarlo. Sonrío. Estaba muy lindo recién salido de la ducha.

Se acercó a mí besando mi frente y cabello para después sentarse a mi lado y tomar mi mano.

Apuntó a Simón con su mirada volviendo a verme.

—¿Qué le sucede?

—Está preocupado por Ámbar. —le murmuro. Pincho con mi tenedor una fresa más para llevarla a mi boca.

—Mhm... —observo a Matteo asentir mirándolo. Y cuando vuelve su vista a mi, frunce su ceño y hace una mueca— ¿Qué comés?

Junté mis cejas confundida.

—Fresas, ¿Por? —dije con simpleza. Pinché una más y la acerqué a su boca— ¿Quieres...

Matteo se alejó de golpe haciendome asustar.

—¡Huele horrible!

¿Qué dice? Bueno, para mí una fresa no huele a nada, pero ¿Que huela feo? Tampoco creo que eso pase.

—¿Te sientes bien? —le pregunté preocupada cuando vi que cerró sus ojos y tragó saliva pesadamente.

Negó.

—Ahora vuelo, amore. —dijo con voz ronca y pausada. Se levantó y se fue a prisa.

Me levanté preocupada, pero creo que fue mala idea levantarme de sopetón, pues me mareé, me agarré de la esquina de la mesa cerrando mis ojos.

Reencuentro; soy lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora