Diez.
Tres días después.
Alex rió en los brazos de su bisabuelo sacándole una sonrisa sincera a sus padres.
—Este muchachito es un risueño de primera. —sonrió Alfredo sin apartar la vista del niño sentado en su regazo— Puedo decirles que hasta mi habitación en la madrugada se escucha su risa.
—Es muy escandaloso.
—Igual que la mamá. —comentó Simón, ganándose un golpe por parte de su esposa en su estómago. El mexicano le sonrió angelicalmente.
—¡Señora Mónica! ¿Alguien a visto a la Señora Mónica? —llegó Alice con una bandeja con comida.
Luna rodó sus ojos al verla fingiendo. Decidió darle poca importancia y se acurrucó más a el pecho de su novio. Matteo no desaprovechó y la abrazó a él.
—Está en la cocina, Alice.
—Buscala bien. —escupió Ámbar con sequedad. Su abuelo quedó confundido al ver las miradas tensas que se daban las dos.
Alice sonrió con falsedad y se fue disculpándose con Alfredo.
Simón suspiró y negó, cargó a su hijo llevándoselo dentro de la mansión.
Luna y Matteo no dijeron nada, solamente se quedaron en silencio, ella en la luna jugando con los botones de la camisa de su prometido y él acariciando las puntas de su cabello. Matteo dio un suave beso en su frente.
—Abuelo, ¿ya te tomaste tu medicamento? —pregunta Ámbar de la nada, ganándose la atención de su prima.
Alfredo suspiró acomodándose en su asiento.
—Si voy a morir, prefiero hacerlo de manera natural y no con esas cosas en mi organismo. —respondió como si nada mirando el árbol que lo cubría del sol.
Luna se estremeció al escucharlo decir eso al igual que la rubia. Matteo rascó su nuca sin saber que decir.
—Abuelo, no digas eso. Suena súper feo. —negó Luna acomodándose en las piernas de Matteo. Éste, apoyó su mano en su rodilla— Tienes que hacerlo, no seas terco.
—Pues es...
—Luna tiene razón, abuelo. El medicamento no es malo. —la rubia rodó los ojos cruzando sus brazos— Te ayudará al menos en algo...
—No creo que un par de pastillas me regale al menos dos meses más con mi familia, ¿O si? —alzó sus cejas.
Luna apretó sus labios y negando, se levantó de las piernas de Matteo y caminó hasta entrar a la mansión.
El hombre de cabello castaño estaba a punto de ir trás ella sino fuera porque la rubia lo detuvo y con la mirada le dijo que la dejara sola unos minutos.
Él a duras penas asintió, pero aún así se colocó de pie.
—Con permiso. —musitó y se fue no sin antes dedicarle una mirada a las dos personas que se encontraban bajo el gran árbol.
Cuando Matteo se fue, Ámbar miró con reproche a su abuelo. ¿Desde cuándo pensaba así? ¿Desde cuándo tenía esos tipos de pensamientos? Normalmente Alfredo era como Luna. Siempre tenían algún tipo de esperanzas y lo optimista nunca se les iba.
Ahora parecía todo lo contrario. Si no fuera por el pequeño Alex, todo sería diferente. Alfredo anhelaba conocer a sus nietos, y ahora, gracias a su problema de corazón, no podría cumplir aquel sueño.
Según él.
Gracias al cielo, Alex llegó para volver a sacarle sonrisas, y tiempo después, Luna también lo hizo, volviendo a su lado.

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Reencuentro; soy luna
FanficCuando Luna Valente cumplió sus veinte años, había tomado una decisión asombrando a su familia y amigos. Había decidido visitar Italia junto a Matteo, era un sueño que ambos querían cumplir. Y lo hicieron, solo que la diferencia es que se quedaron...