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Diecisiete.

—¿Pero qué es todo este ruido? ¿Qué pasa? —la voz del abuelo de Luna puso en alerta a ambos adultos. Luna miró preocupada a Matteo al igual que él a ella.

—Abuelo... —murmuró con nerviosismo. Bajó a los niños de su regazo colocándose de pie.

El señor Alfredo mantenía su ceño fruncido mirando a todos en la sala. Luna sintió como Matteo se colocaba a su lado tomando su mano y entrelazándola con la suya. Oh por dios, ¿Alfredo se enojaría? Y si lo hace está en toda su razón. Digo. No de la nada te llega mucha visita proveniente de un país diferente.

En la gran sala se encontraban todos. Mónica y Miguel, a sus costados Bianca, su tía y Marielle, la madre de Matteo. La vista de Alfredo se posó en una parte de sus invitados y se echó a reír.

Entonces, la pareja supo que cayeron una vez más en las bromas del señor Alfredo.

Luna cerró sus ojos apoyando su cabeza en el hombro de su prometido, soltando el aire que guardaba por los nervios. En cambio Matteo solo se dedicó a besar su frente.

—¡Es una broma, chicos! Los asusté, eh. —comentó entre risas. Luna negó y volvió a tomar asiento.

Mientras tanto, su abuelo se dedicaba a recibir a la visita con una sonrisa alegre característica en él.

Había sido un buen susto.

[...]

Tiempo después, Mónica le había dicho a su hija que tendría que estar en reposo y la mandó a acostarse, o a que estuviera de perdido sentada en cama. Y como se trata de Luna Valente, se había negado completamente, pero Ámbar la amenazó y terminó aceptando a regañadientes.

Por suerte, una pequeña persona había decidido hacerle compañía.

—¡Dale! Es que Guido es niño y no quiere jugar conmigo. —hace un puchero, la mexicana la miraba con una sonrisa en sus labios— Tú eras la única que jugaba conmigo. —se abrazó al brazo de la ojiverde cariñosamente.

Luna sonreía hacia Marena con mucha ternura. Esa pequeña se estaba ganando completamente su corazón.

—Pues mira que ya estás aquí conmigo, podemos jugar tooodo lo que quieras. —guiñó, y con sus dedos comenzó a jugar con sus rizos castaños. Tiene un cabello precioso.

—¿De verdad? —la miró con ojitos brillosos. Luna asintió— Molto bene! —chilló contenta, quitando la sábana de sus pies para después saltar fuera de la cama e irse corriendo feliz.

Luna se quedó confundida por su acelerada actitud y después se echó a reír sola. Esa niña tiene mucha energía. Pensó divertida.

[...]

Matteo miraba con atención a su madre por lo que le comentaba.

—Emtonces, ¿Massimo sí te dejó a los niños? ¿Pero Julie quiere volver por ellos? —pregunta confundido, tratando de entender lo que su madre le había contado.

Su madre asintió apoyándose en la mesa.

—Ni quien los entienda, hijo. Pero bueno. —suspiró, negando con la cabeza. Después lo mira con una sonrisa— ¿Cómo están? ¿Tú? ¿Qué hay de Luna?

Si supieras que serás abuela...

—Ah, eh, todo bien. —respondió balbuceando al principio.

Su madre asintió para luego mirar sus manos despreocupada.

—Me alegro. ¿Y ya saben si será nene o nena? —Matteo se atragantó con su propia saliva y comenzó a toser al escucharla.

Reencuentro; soy lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora