▶||Diecinueve||◀

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Universal.
Martes, 31 de diciembre del 2017; 4:50 de la tarde. "¿Me amas? ¿Con todo y mis cicatrices?"

Algunas veces tememos de las cosas más simples de la vida.

Pero a lo que más deberíamos temer debería ser a exponernos. Cuando se ama mucho a alguien las cosas pueden resultar más complicadas de lo que esperamos.

El corazón se nos acelera y pensamos que no somos suficientes para aquella persona, nuestras inseguridades nos dominan.

Pero la pregunta es "¿aun así? ¿Eres capaz de amarme?"

Todo eso rondaba en la cabeza del inmigrante, que ahora se encontraba frente a frente a la persona que más a amado los últimos meses, con la cabeza gacha, tratando de contener las pocas lágrimas que le quedaban.

-Alexander..- la voz del mayor lo despertó, levanto la mirada realmente apenado y un poco desesperado.

El sureño iba a continuar hablando, pero la voz del castaño lo interrumpió.

-perdóname..- tomó aire y bajo la mirada -yo..no quiero...no voy a llorar y decir que no merezco esto..por que..es probable que lo merezco pero no lo quiero- con los ojos completamente llorosos se dió la vuelta -será mejor que me vaya...-

Alexander estaba a punto de irse, pero la mano de Thomas cogiéndole del brazo lo detuvo, cerro los ojos con fuerza, dejando escapar su escasas lágrimas -por favor...no hagas esto más difícil-

-No, Alex, no así- a decir verdad, Thomas también estaba desesperado y triste, pero debía ser fuerte, debía mantenerse firme si quería que el menor no sintiera más culpa.

Porqué Jefferson sabía que eso era lo que Hamilton sentía, simple culpa, por no haberle sido cien por ciento honesto.

Pero el virginiano no estaba molesto, solo sorprendido y algo dolido.

-¡Thomas! Aceptémoslo- lo miro por fin a los ojos, con lágrimas al por mayor -solo estoy complicándote la vida, algún día haré algo tan estupido que te arruinaré-

-¿y tu como sabes que eso no es lo que quiero?-

-no seas incoherente Thomas, por Dios- soltó frustrado, estaba harto de el mismo.

El mayor tomó por la cintura al más bajo, como si reflejó fuera, el menor coloco sus manos (como pudo) en el rededor del cuello del contrarío, una de las manos del moreno paso al rostro del norteño y removió las lágrimas.

-Te contare algo, había un chico, que toda su vida se desarrolló en un ambiente completamente distinto al de los demás, creció con más de un millón de reglas, muchas prohibiciones, y hasta hace unos meses, el solo se dedicaba a ser un déspota con cualquier ser humano que le hablase- sonrió con mucha levedad, completamente honesto y sincero -hasta que un aburrido día, mientras ese sujeto leía un libro sobre cómo seguir lineamientos de etiqueta, un chico misterioso apareció por la puerta, había algo en ese chico nuevo que había llamado la atención de el "tipo con reglas" , y era precisamente eso...aquel misterioso chico, había vivido todo lo contrario a el-

Ahora la sonrisa estaba en el caribeño, no sabia que reacción era la correcta en ese momento, pero solo quería escuchar lo que el virginio tenía que decir.

-Alex, tú creciste sin regla alguna, nada se te fue prohibido, todo lo aprendiste por tu cuenta, tenerte cerca me da un aire de libertad, no se si me entiendo- rió algo agotado de...de todo en general -lo que importa es que, te amo ¿si?, no me da interés alguno los errores que cometieras, o los que cometerás, yo no soy ningún santo, eh hecho idioteces más grandes, pero, si en algo quiero tener razón, es en que me amas tanto como yo a ti, déjanos cometer errores juntos, Alexander-

☆Do [it] Not☆ || •Jamilton•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora