Prisionera De Su Mente

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Prisionera De Su Mente

El sol entraba por la ventana, sus cálidos rayos dieron directo al rostro de Draco, que se removió un poco en la cama, antes de abrir lentamente los ojos. No tenía palabras para describir todos los sentimientos que se agolpaban en su pecho en ese preciso instante. Entre sus brazos dormía plácidamente Hermione, apoyando el rostro  en su pecho, solo una ligera sabana los cubría, acaricio suavemente sus cabellos e inhalo su característico aroma, aquel aroma que inundaba sus sentidos y lo cubría con una inmensa alegría.

Jamás imagino poder gozar de una dicha similar, siempre había vivido con todos los beneficios que el dinero pudiera comprar, pero no tenia lo más importante amor, más que el poco afecto maternal que su madre le dedicaba a escondidas de su padre. El era un Malfoy y no podía demostrar nunca lo que sentía, lo educaron a la vieja usanza, rodeado de lujos, pero solo, siempre solo, con un vacio en su interior que no sabía con que llenar, y al fin ahora se sentía completo.

Ahí en la cama tenía todo lo que le hacía falta, todo lo que nunca pensó que llegaría a tener, sintiendo un poco que no merecía tanta dicha qué lo inundo unas tremendas ganas de gritar de felicidad. Se creía el hombre más afortunado del mundo, envuelto en esas blancas sabanas solo protegido por el calor de un cuerpo a su lado, eso lo hacía fuerte para afrontar cualquier cosa que se les viniera encima.

Paso con delicadeza sus manos entre el cabello chocolate de Hermione que descansaba sobre su pecho y la almohada, sintió sus suavidad, lo a acomodo con cuidado para no despertarla. Quería admirarla por unos momentos dormir, rozo ligeramente su mejilla con cariño, era una suave caricia.

La respiración de Hermione era relajada y acompasada, Draco pudo notar las pequeñas pecas en la nariz de la chica que le daban un aire infantil a sus rasgos, sus pestañas largas y risadas de unos parpados rosados que ocultaban los ojos caramelo que le transmitían tantas cosas tan solo de verlos.

La ligera sabana se pegaba a su cuerpo como una segunda piel, permitiéndole admirar la curvatura de su cuerpo, sus caderas y su estrecha cintura, sus piernas estaba entrelazada en una posición muy íntima.

Suspiro extasiado no pudo evitar sentir de nuevo ese fuego apoderarse de su cuerpo, la deseaba.

Hermione comenzó a removerse un poco sin queras abrir los ojos se acomodo en aquel pecho fuerte, Draco la abrazo con ternura y beso sus cabellos y con las yemas de sus dedos acaricio la mejilla de la chica.

Abrió los ojos con lentitud y se encontró  con la mirada de su amado rubio, sonrió con timidez y sus mejillas tomaron un característico color rosa, se estiro un poco para desperezarse. Y hasta ese momento noto que seguía desnuda eso hizo que se sonrojara aun mas.

Draco se dio cuento y no pudo evitar sonreír por el pudor que aun predominaba en la chica.

-Estas bellísima. -Le susurro al oído y le mordió con suavidad el lóbulo de la oreja. Lo que hizo que suspirara la chica.

-Buen día. -Le saludo la chica y beso sus finos labios.

Draco no se conformaría con un suave beso, con pasión se apodero de sus labios, entreabriendo sus bocas jugueteaban sensualmente con sus lenguas, explorando y disfrutando cada parte. Los suspiros y jadeos se fueron incrementando, palabras de amor salían en susurros  cuando tenían que separarse para tomar aire.

Las caricias se multiplicaron descubriendo de nuevo la desnudes de sus cuerpos, bajo la ligera sábana blanca. Nada les importaba en ese momento, si el universo hubiera colapsado en ese momento ni cuenta se darían, entregados en ese acto de amor pleno y satisfactorio.

Una Oportunidad Para RedimirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora