Aclaremos Las Cosas

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Aclaremos Las Cosas

Draco se encontraba de espaldas haciendo un gran esfuerzo para no sucumbir ante sus instintos, era algo sumamente difícil, más después de haber visto el hermoso cuerpo de Hermione en todo su esplendor.

En el momento que cayó la toalla y en los escasos segundos que les llevo reaccionar pudo ver su cuerpo desnudo, sus pecho redondos y firmes, la estrecha cintura y curvilínea figura, sus piernas largas y torneadas, así como sus partes más intimas.

Sus pupilas se dilataron por el deseo y su corazón ya agitado de por sí, comenzó a latir con mayor fuerza, comenzó a sudar, su cuerpo temblaba ligeramente y su respiración era agitada. Ver su rostro, las mejillas en un provocativo color rojo, sus sensuales labios y aquellos ojos color caramelo bajo espesas pestañas risadas, lo dejo ardiendo en deseo,  de no ser porque la chica lo empujo con fuerza se habría aferrado a ese armonioso cuerpo para no soltarlo hasta hacerlo suyo, con todo el amor y la pasión que llevaba dentro.

Pero necesitaba mantener el control, era indispensable aclarar las cosas. Aspiro llenando sus pulmones de aire y lo soltó  poco a poco tratando de regular su respiración, está nervioso sus manos temblorosas aun sostenían la varita de Hermione, al igual que la capa. Observaba la pared de piedra buscando cualquier detalle que lo pudiera distraer un poco, para no pensar en que la chica se estaba vistiendo a sus espaldas.

Hermione se vistió con dificultad, era incomodo saber que Draco estaba a solo unos pasos de ella, sin contar que todavía le dolía el tobillo y la espalda. Trato de vestirse en el menor tiempo posible, cohibida y con el rostro enrojecido de la vergüenza, se sentía vulnerable y expuesta después de que el chico la vio completamente desnuda,  sin considerar que estaba a su merced porque le quito su varita.

-¿Qué quieres? -Pregunto cuánto estuvo completamente vestida. Draco se giro con lentitud, la vio sentada en la orilla de la cama, con un pantalón de mezclilla azul y una blusa de manga larga blanca, secaba con la toalla su cabello aun mojado.

-Necesitamos hablar Hermione, quiero que me expliques muchas cosas.

-¿Qué quieres que te explique? -Pregunto indiferente la chica

-¿Por qué me ayudaste?

-Eso ya te lo respondí desde hace mucho, no iba a permitir ese acto de cobardía en tu contra, que te atacaran cinco a ti solo no era justo.

-¿Pero porque no me dijiste que eras tú? -Volvió a preguntar el rubio que tratando de calmarse caminaba de un lado a otro en la habitación.

-¿En qué te hubiera ayudado saberlo? -Replico la chica, hizo una pausa y se levanto de la cama dejando la toalla a un lado. -Me detestabas, lejos de agradecerme te hubiera avergonzado saber que alguien como yo te hubiera ayudado. Seamos realistas Draco de haberlo sabido en ese entonces solo hubiera logrado que me odiaras mas por sentirte humillado porque una sangre sucia te ayudo.

-No digas eso. -Le suplico el chico

-Pero es verdad. -Dijo con firmeza la chica. -No  te reprocho nada, eso ya forma parte del pasado, ahora has sido capaz de cambiar, eres una persona diferente, un mejor ser humano y has hecho a un lado tus prejuicios respecto a la sangre, así como tus ideas extremistas. Pero antes hubieras preferido dejar que te atacaran a permitirme ayudarte.

Malfoy  sabía que la chica  tenía razón, su orgullo era muy fuerte como para tolerar que Hermione Granger, la sangre sucia, mejor amiga de su odiado enemigo Harry Potter lo ayudara, en ese entonces hubiera preferido morir a ser humillado de esa manera.

-¿Por qué después cuando te volvía a ver no me dijiste nada? -Pregunto de nuevo tratando de comprender la manera en que actuó la Gryffindor.

Hermione camino lentamente hasta la ventana, tastabillando un poco por su tobillo, al llegar se recargo en el cristal de la ventana y miro distraídamente hacia el lago negro, con su mirada fija en el lugar donde se habían vuelto a encontrar.  -No esperaba que me encontraras ese día en el lago, ni siquiera me acorde que traía la misma capa. Pretendía irme para que nunca supieras quien era, pero me pediste que me quedara y por alguna razón sabia que me necesitabas. -Se giro para mirar al chico a unos pasos de ella con sus hermosos ojos grises puestos en ella, su rostro lucia sereno, aunque su mirada delataba un poco de desconcierto, se alejo de nuevo de la ventana y se sentó en una silla, antes de continuar.  -Después acepte seguir hablando contigo porque me hacia feliz platicar contigo, encontraba paz y tranquilidad en nuestras charlas, yo también necesitaba de esos encuentros.

Una Oportunidad Para RedimirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora