1. "El Esclavo de mi sombra"

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Esta noche, vengo muy cansado de una jornada muy dura, de sol a sol y un poco más. Fue mi último día de prisionero. Estuve trabajando por días incontables sin poder refrescarme con la brisa y sin poder ver siquiera la luz del sol. Ya no tengo memoria clara de cómo es el día ni la noche; sólo identifico siluetas decadentes y escurridizas. El trabajo es peor que el de un esclavo. El vaivén de las cargas a mi espalda es mecanizado y siempre pensé que en esos tres días de insomnio, no fueron más que el reflejo de una inhibición total de mi ser. Dejé de ser y sólo recuerdo que al despertar había una sirvienta que me dio de beber un líquido tan insípido y muy ligero que el agua y al dejar pasar el sorbo en mi garganta, abrí demás los ojos y me sentí tan ligero que mi cuerpo se dejó controlar por mi mente en forma absoluta. Mi cuerpo se ha demacrado. No puede rechazar lo que mi mente manda. Mi mente recibe señales en forma indescriptible que sólo puedo describir cómo imaginariamente se presenta ante mí un "dedo apuntador" hacia mi próxima faena y no puedo echarme para atrás por más intentos que haga. Ese dedo tiene un hechizo que hace que no pueda dejar de verlo y adonde señala soy atraído en fracción de segundo. Lo más raro es que el dolor es mitigado allá. Ahora recuerdo el por qué de una mano en forma de cenizas pulverizadas es dirigida hacia mí, deshaciéndose sobre mi ser, haciendo de mi pesar un poco más tolerable. La última vez que se me apareció esa mano monstruosa, pude recordar que no estaba muerto, aunque fui atacado telepáticamente en varias ocasiones, persistí con ese pensamiento. A pesar de los ruidos que ensordecían mi mente y las voces atroces que quebraban mi ser, persistí aún más y empecé a temblar como queriéndome explotar. Empecé a cobrar la voz, pero no podía utilizarla ya después de tanto tiempo sin pronunciar palabra alguna. Lo que me trajo esperanza es que aquella mano no pudo acercarse más cuando estaba en mi metamorfosis. En todo esto, mi mente es la que se aferraba en que seguía en vida y lo repetía concienzudamente: ¡estoy vivo! ¡estoy vivo! Mi ser empezó a estremecerse más y más, seguí con tambaleo torpe y por fin sentí cómo en forma de un escalofrío aparecía en mi corazón y se dirigía hacia mi boca en forma de ecos muy disparejos y se posicionaban en mi lengua y por fin con un gran estruendo, pude completar las palabras que sonaban en mi mente: ¡Hay esperanza! ¡Hay esperanza! Y seguí diciendo más palabras de aliento para mí, que no puedo recordar aún. Recobré mis movimientos corporales en forma lenta. La mano se desvaneció en forma de humo ante mis ojos. La voz que me horrorizada empezó a alejarse gradualmente en forma de un chillido combinado con un llanto de desesperación y pude ver cómo fue atraído por unos brazos escamosos, con uñas de flamas rojizas que fue consumiéndolo desproporcionadamente. Por fin pude ver que la voz pertenecía a un ser que flota, no tiene pies, su cabello le cubre la cara, cuando habla su boca se estira mucho y expulsa un olor pestilente y es humeante.
Luego pude abrir bien los ojos y terminé mi discurso alentador: ¡Si estoy vivo, hay esperanza; si hay esperanza es porque Dios existe! Después, caí de rodillas, me quité la ropa e hice como un personaje bíblico, que no recordé cómo se llamó, agarré polvo de la tierra y me la eché en la cabeza, en señal de agradecimiento y humildad hacia el Todopoderoso. Me sentí tan fortalecido que no me había dado cuenta que estaba junto a una iglesia romana. Ahora recuerdo cómo llegué allí, cuando mis ganas de conocer todo, por encima de la ciencia humana, me llevó a frecuentar grupos radicales y mi reto para ascensión de categoría, era profanar la religión, pero aquél día, por cuestiones personales, estaba fuera de mí mismo bajo efectos de algunos alucinógenos, lo que hizo que de la nada fui atraído a ese abismo, por querer alterar los planes del rey de las tinieblas.
No puedo abrir bien los ojos porque la luz me hiere. Debo buscar un lugar donde protegerme del sol.
Soy ajeno en este mundo, no tengo noción del tiempo...
... Hoy sólo quiero distraer mi mente para poder dormir temprano.

Continuará...

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