CUATRO

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Vale, me he enfadado y llevo como dos horas dando vueltas por el salón de mi casa. De arriba abajo, en círculos he incluso me he tumbado a mirar el techo solo para ver si por una casualidad de la vida veía este gran problema de otra manera. Julio no me ha dado una buena excusa y eso, obviamente, no me ha gustado nada. Le he dejado allí solito, en el coche y con ganas de algo más que una simple sonrisa. No soy una niña tonta, al fin y al cabo me he enterado de su presencia, y por las malas.

Casi que prefería saber que estaba aquí, creo que después de todo no debería confiar en las personas que me han fallado ya una vez. Después de todo, ya me han traicionado. ¿Porque no hacerlo de nuevo?

Al fin decido despojarme de la ropa y meterme en la cama, no sin antes revisar mis mensajes, no tengo ninguno y no me extraña. La única persona que me escribe de vez en cuando es Asher y para mi desgracia, está fuera de la ciudad. Calculo la hora que debe ser en Nueva York. Al fin decido enviarle un mensaje con la esperanza de pillarlo despierto.

"Necesito hablar con alguien... Te necesito Asher."

Me siento exhausta y la espera a su respuesta me hace no poder dormir.  ¿Sabéis como es ese sentimiento? Cuando sientes que tienes tanta energía que gastar que tu cuerpo se siente eléctrico. Así estoy yo.

Sobre las cinco de la mañana conseguí quedarme dormida pero no he aguantado mucho, son las siete de la mañana y ya me he enfundado los leggings negros y una sujetador deportivo para salir a correr. Después de todo he empezado una nueva rutina que me hace sentirme poderosa fuera del despacho. Ahora descargo parte de mi energía con ejercicio físico y creo que ellos lo agradecen.

Me cuelgo la llave de casa del cuello y meto el teléfono en su funda para el brazo. Salgo de casa para bajar por las escaleras, una vez en el rellano saludo a Craig que me dice adiós enérgicamente y con una sonrisa de oreja a oreja. Comienzo mi camino en dirección a la playa, no está muy lejos y con esta brisa marina es mucho más fácil para mi poner la mente en blanco y simplemente dejarme llevar por el ritmo de la música.

Me he vuelto una persona muy perfeccionista, no me gusta que nada salga mal y con eso de que he decidido empezar nuevos proyectos necesito tener mi día completamente organizado, empezando con el tiempo que tengo por la mañana para hacer ejercicio.

A lo lejos veo una cafetería, me estoy muriendo de sed. 

Cuando el chico de ojos oscuros y pelo negro que está dentro de la barra me mira le pido una botella de agua. Siempre me olvido de traerla pero incluso a veces pienso que lo hago a propósito, me gusta dejar mi dinero en este tipo de sitios. Es una pequeña cafetería humilde y familiar. La conocí hace poco y desde entonces paso por aquí todos los días.

— ¿Me permite que la invite a un buen desayuno? –Dice una voz conocida.

Respiro hondo antes de darme la vuelta y rezo para no escupirle en la cara. Levanto una ceja y me giro lentamente para encontrarme con esos preciosos ojos avellana.

— Lo siento señor pero, puedo pagar mi propio desayuno. –¿Me ha puesto un chip de seguimiento? 

No me puedo creer que me haya seguido hasta aquí, ¿quien sabe cuanto tiempo lleva siguiéndome?
Dios, esto parece un deja vú.

— No lo dudo señorita... simplemente quiero hablar con usted. Deme una oportunidad... –Reprimo una carcajada. ¿Va enserio?

— Mira Jared, no quiero verte. ¿No lo entiendes? NO quiero darte otra oportunidad y tampoco quiero que me invites a nada. Déjame en paz, por favor. –Coge mi muñeca y de un tirón me ha llevado al fondo de la cafetería y me tiene acorralada en la esquina derecha.
Sus manos están a cada lado de mi cara y sus ojos sobre los míos, no aparta su mirada ni un segundo y yo no voy a ser menos. Quiere saber que pienso pero no voy a ser tan transparente como en el pasado. Siempre me ha parecido que soy incapaz de ocultarle cualquier cosa pero, ahora hay algo diferente. No busca ver mi interior.

Perfectos Infieles | Saga Perfectos || Hot  PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora