DOS

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Llevamos hablando como dos horas y mis piernas están empezando a desfallecer, si que me he acostumbrado a hacer ejercicio pero sinceramente, hoy no es de mis mejores días, además, tengo la regla.

Le miro y sonrío mientras este no para de hablar. Ya, no se ni de que estamos hablando, sinceramente, me he perdido hace bastante tiempo. Me siento sobre la arena de la playa y le invito a que él también lo haga.

— Vives de una manera muy tranquila últimamente, ¿no? –Sonrío de lado.

— Si... Nadie me tiene nerviosa. No tengo porque tener prisa, hago menos cosas y no tengo que estar pendiente ni de estudiar, ni de esquivar a un acosador.  –Mi amigo me mira de manera extraña.

— ¿Y la empresa?

— Ah, eso. No va mal, me acerco todas las mañanas a repasar que todo vaya bien. Solamente superviso. Querido, te has perdido muchas cosas... He cambiado mi despacho a la última planta y el resto están a tope. Hemos aumentado unas cuatro veces la plantilla y voy camino de abrir la cuarta sede. Si sigues por aquí el lunes puedes pasarte... Y te enseño donde trabajarás tu.

Si, le he preparado un despacho al lado del mío especialmente para su trabajo. No he encontrado otro informático como él.

— Ya, ya, ya... Te he estado siguiendo princesa. Sé todo lo que has estado haciendo y si, estaré aquí para ver como ha cambiado el despacho. ¿Me estás ofreciendo un trabajo? –Levanta una ceja y comienzo a reír.

— Te estoy ofreciendo un puesto para salvar al país querido. –Sonrío y miro sus chispeantes ojos azules.

Él también ha cambiado bastante, antes no era tan risueño, no contaba chistes y para ser sincera, ni siquiera sabía como decir una frase picarona. Esa brasileña le ha cambiado la vida y me alegro por él, desde luego se merece algo mejor que yo.

Todo ha cambiado tanto... Mi vida ha dado un vuelvo de 360º. He cambiado mis costumbres, mi forma de mandar y sobre todo he focalizado mi odio hacia los hombre en solo dos de ellos, ahora simplemente hago lo que me piden y aunque debo decir que ese cosquilleo en la tripa cuando agarro el látigo de tres puntas que me pide el señor Jane me hace estremecer. Dios, es tan placentero...

— Venga, Levanta princesa que te invito a comer. –¿No piensa darme una respuesta?

— Me parece bien pero antes tengo que pasar por casa, tengo que recoger algunas cosas además debo cambiarme de ropa. Este vestido no vale para cualquier ocasión. –Digo levantando mi ceja derecha.

— Uh... ¿La barbie negra ahora quiere ser modista? –Le pego un codazo.

— No soy negra enano, simplemente soy morenita. –Empieza a reír.

— Bueno, morena, negrita... Que más da. Estás buenísima de todas formas. –Le pego un puñetazo en el hombro y me dirijo hacia la calle más cercana.

— No vuelvas a llamarme así. ¿Entendido? –Me mira atento y serio.

Sigue mis pasos, no quiero que me hable de esa manera. No creo que se merezca poder hacerlo y si, hace mucho que no me llaman de esa manera, además, nunca me ha gustado que me llamen negra. Es despectivo.

¿Como debería sentirse una persona de mi color en un lugar como aquel?
Una niña negra en medio de tres mil niñas de un color tan pálido que casi transparentaba. Era la oveja negra del internado. La chica exótica.

He decidido llamar a un taxi, es tarde, llevamos mucho tiempo hablando y no tengo muchas ganas de seguir andando hasta mi casa. Para colmo, aun tengo que ir de compras, le prometí a mi querida camarera que iría a su fiesta de cumpleaños.

Perfectos Infieles | Saga Perfectos || Hot  PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora