Una canción de circo con un toque macabro resonaba en una habitación ligeramente oscura, iluminada solo por la tenue luz de las velas bajo mis pies, llena de muebles viejos, una cama desordenada, un lavabo sucio así como el retrete a la vista, las ventanas cubiertas de cortinas oscuras impidiendo que la luz del sol o la luna pudiese reflejarse. En el centro una joven se encontraba atada a una silla con cuerdas y cadenas, amordazada. En cuanto sus oídos oyen aquel estruendoso ruido, hace una mueca. Cuando abre los ojos, alguien se encarga de encender la lámpara de estadio de futbol frente a ella, cegándola, provocándole un dolor parecido al de una quemadura de primer grado. Se remueve en su silla, al darse cuenta de la situación en la que se encontraba, enormemente aterrada, rogando en gemidos que alguien la escuchara. La luz se apaga, devolviendo la oscuridad, ella parpadea varias veces hasta que su vista es lo suficiente para observar su alrededor, negando una y otra vez, ahora con lágrimas corriendo por sus mejillas.
La música sube de volumen, y ella piensa que puede ser el más alto nivel, pero se equivoca, cada que sus tímpanos asimilan el ruido, un tercero se encarga de incrementarlo más. Jadea de dolor, pues sus muñecas estaban realmente aprisionadas, los brazos le hormigueaban tanto que ahora era insufrible esa posición, sus pies descalzos estaban ligeramente sobre pequeñas velas encendidas, no los quemaban pero si provocaba un inmenso ardor. La joven ahora con mayor claridad, y pupilas dilatadas por hacer un zoom en la oscuridad, inspecciona con la mirada toda la habitación, casi arrojándose hacia atrás, cuando la bombilla amarilla sobre su cabeza se enciende, seguida de las demás, mostrándole con horror, la sangre esparcida junto a las fotografías pegadas, de ella y su familia, ella sabía que eran de su niñez, recordaba todos esos momentos, incluso cuando estuvo en el grupo de canto de la secundaria.
Ese lapso de tiempo en la secundaria, había sido olvidado por alguna razón, no entendía porque de un momento a otro, simplemente no lograba recordar nada más de aquellos años, era como si hubiesen bloqueado sus recuerdos, pero sabía que no era así, que no necesitó un psiquiatra para ello, su cerebro a veces las sorprendía por las cosas que lograba hacer. Y eso, inundaba de lo más tétrico ese asfixiante lugar, buscó alguna persona, ella tenía conocimiento de que cuando se lleva a cabo un secuestro, siempre debía haber alguien cuidando, pero ella, no pude ver nadie más que no fuese su tenue sombra reflejada gracias a las velas bajo sus pies.
De pronto, todo se apagó, quedando en un silencio absoluto, en sus oídos retumbaban los latidos erráticos de su corazón, parecía como si estuviese corriendo pero no, era el miedo que ahora casi saca a su órgano vital palpitante de su pecho, las velas en sus pies, también se apagan, suspira al ya no sentir ardor. Sin embargo el artífice de tal situación, no permitiría que tuviera más de diez segundos de paz, activando las descargas eléctricas que recorrían las cadenas especializadas para toques potentes pero no mortales. La joven se sacude en la silla, abriendo los ojos de más, apretando sus puños para resistir pero no servía. Durante tres minutos que para ella fueron eternos, la tortura eléctrica persistió hasta que se detuvo de golpe, dejándola agotada.
Lloraba con los ojos cerrados, sabiendo que en cualquier momento se dormiría, no podía estar más equivocada, ya que sobre ella además de la bombilla, estaba un balde de agua fría, que arrojada a su cuerpo, despertándola, ya que incluso tenía hielos. Asustada y sufriendo por el quemar del hielo en su piel, mira el agua gotear de su cabello sucio. Tal vez llevaba demasiado tiempo en ese lugar y ni siquiera se dio cuenta. Entonces, unos pasos firmes se escucharon fuera de su habitación, seguido del rechinar de la puerta vieja, en la oscuridad solo pudo ver una silueta, que se detuvo frente a ella, podía sentir esa presencia hostil. Confirmándolo cuando arrastró la lámpara de estadio, lejos, esperaba que le dijese algo o la golpeara, pero lo único que sucedió fue que una lámpara menos intensa se encendió frente a ella.
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Seven Punishments
Mystery / ThrillerLa razón, nunca ha sido la fuerza de nuestra atracción, la cordura no es el sendero de nuestro camino, la vida es efímera pero eso ya lo sabes, los ojos no son siempre las ventanas al alma, porque no tienes una, los labios no sirven solo para articu...