VI

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Ya hace dos días, Kara se había marchado, Lena estaba recuperándose, sin embargo el dolor tanto físico como mental, seguía presente. Ahora se encuentra en la orilla del mar, sentada en la arena, con la espuma en sus pies, necesitaba un poco de sol, eso era lo magnífico de Miami, todo el año era soleado, aunque ella nunca lo soportaría, estaba acostumbrada al frío, pero ahora era más que preciso, recibir un poco de vitamina D. Sus ojos verdes, perdidos en el horizonte, era medio día, la playa estaba llena, aún así la disfrutaba, debía hacerlo, o Samantha tendría muchas preguntas, de su falta de bronceado.

-¿También te gusta mirar las olas?—aquel hombre, llamado Mike, llega a su lado, con una piña colada en mano.

-Me gusta—responde sonriendo.

-Por eso vine a Miami, en mi país no tenemos playas así, es hermoso-

-Lo es—suspira—¿De dónde eres?-

-Inglaterra—guarda silencio y Lena nota que quería hablar de algo más—¿Y la rubia malhumorada?-

-Se fue, tiene un trabajo que atender antes de que Diciembre termine-

-Entiendo—bebe un poco de su piña colada y continúa—Ella te hizo eso, ¿cierto?—señala los moretones.

-No-

-Claro—hace una mueca—Pude ver lo mucho que quieres, no tengo idea de la relación que tienen, pero sé que no es romántica, sin embargo, es incorrecto-

-Tal vez—es ambigua—pero no se lo impediré-

-Tú la quieres, pero ella a ti no-

-Lo sé—vuelve su vista a las olas.

-Sé que te parezco entrometido, pero debo decirte, que aunque esa rubia trata de verse dura, no lo es, probablemente si te esfuerzas lo suficiente la harás cambiar de parecer contigo-

-¿De verdad lo crees?—pregunta sin mirarlo.

-Lo creo, dime, Cuál es tu nombre?-

-Lena-

-Lena, si la quieres como para permitirle tratarte así, entonces solo puedo darte un consejo-

-¿Cuál?-

-Tira sus barreras o déjala para siempre, aunque viéndote, serías capaz de lo primero-

-Eres muy perspicaz-

-Solo soy Mike, un hombre que vio lo que tu vives, y ahora está felizmente casado, no repitiendo los errores de su padre-

Lo mira por última vez, Mike se aleja y puede ver a su esposa, una hermosa mujer con un niño en brazos, Lena sonríe, supo que no se equivocó al juzgarlo, él si creció solo con su madre, ahora nota que es un gran esposo y padre.

-Gracias Mike-

Susurra al viento, y se mantiene sentada unos minutos más. Cuando su cuerpo le exige descanso una vez más, regresa al hotel; estando en su habitación, revisa sus mensajes, Samantha le informaba sobre los progresos de la formula que Kara estaba usando, así como algunos proyectos que culminarían muy bien este año. Sus padres no llamaban, cuando estaban de viaje se aislaban del mundo, lo cual era perfecto, aunque sabía que le esperaban muchas preguntas en año nuevo; Lena entonces recuerda, un año nuevo en especial, cuando bañó de chocolate caliente a la rubia, quien lloraba, por el ardor, y humillación; lágrimas caen por sus mejillas, fue una horrible persona, por lo que ya esperaba una horrible tortura para esa fecha.

Era verdad, ella ahora comenzaba a querer a Kara, por más demente que sonara, pues recordaba la felicidad de la rubia antes de que le deformara el rostro, recuerda la sonrisa angelical que poseía, sus ojos azules intactos, bajo esas gafas y ese cabello que brillaba con el sol, Kara debía crecer llena de alegría, no de esa amargura y maldad que ella le sembró.

Seven PunishmentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora