Eres Solo Mía

CAPITULO 20

Me duelen demasiado las piernas, bailar toda la noche fue muy cansado pero divertido no lo niego.

Apenas son las 11, ya me bañe, cambie y desayune.  Estoy demasiado aburrida, no he planeado nada para hacer hoy, a parte de salir con Alejandro.

Me pongo a revisar mis estados de Whatsapp, todo va bien mis amigos siempre suben unos buenos momasos, no puedo evitar soltar unas cuantas risas.

"Me encantas, nena" 

Oh genial, el estado de Hillary no me imagino quien sera el que le mande eso, como sea, fastidiada decido poner música, busco y busco canciones pero nada se me hace digno para el momento.

- Pondre aleatorio - digo para mi misma

"Hey girl, open the walls, play with your dolls, we'll be a perfect family, when you walk away, it's when we really play, you don't hear me when I say, Mom, please wake up, dad's with a slut, and your son is smoking cannabis" 

Que buena canción es de Melanie Martinez, yo amo a esa mujer, me pongo a tararear y a bailar como si fuera un robot, sólita me empiezo a reír de mis ocurrencias pero es que ¡ES INEVITABLE!.

Las canciones siguen pasando, mientras que para hacer tiempo me dedico a lavar mi ropa; estoy a punto de terminar cuando suena mi puerta, dejo la ropa remojando para ir a ver quien se ha dignado a visitarme.

- ¡Kata bella! - entra una Mari gritando a todo pulmón.

- Mari, que sorpresa - digo sincera.

- Lo se, lo se bebé, me extrañabas - dijo altanera.

- Ni un poquito la verdad - la contradigo.

- Que mala - empezó a reir conmigo.

- Bueno, bella, dime ¿que te trae a mi humilde morada? - cuestione.

- Estaba aburrida en mi cuarto, así que decidí venir a hacerte una visita.

- Que linda - hable sarcásticamente.

- Jey, agradece que vine - se defendió. - ¿Qué hacías antes de que llegara?

- Lavaba mi ropa - dije regresando al baño para poder terminar.

- Ay, que flojera - dice ella.

- Ay, que cochina - ataque.

- Ay yaaa, la limpia - se burla.

Y así pasamos alrededor de dos horas, conversando, jugando y burlándonos una de la otra, hasta que a la enana le dio hambre.

Caminamos hasta el comedor, el cual se encontraba vació, no dudamos en coger nuestras charolas y servirnos la comida, hoy era sábado de lentejas, genial.

- Agg, ¿tenían que arruinarme así el día? - comenta Mari

- Solo come, agradece que no cocinan feo - la regañe.

- Es que ¿justo hoy? - dijo ella - no me parece, no me convence.

- Come y calla. - Mari me vio pero no dijo nada solo bufó.

Al terminar de comer cada una se fue a su cuarto, yo estaba pasando por el jardín cuando me encuentro con Alejandro.

- Kata - me dio una sonrisa de oreja a oreja.

- Alejandro - le salude diciendo su nombre

- Justo pasaba a recogerte - se acerco y me dio un beso.

- ¿Enserio?, debe ser cosa del destino que nos encontráramos.

- ¿Tu crees? - me dio una mirada coqueta.

- No lo creo, lo sé - afirme.

- ¿Lista para salir? - cambio el tema.

- Nací lista - le dije mientras me ponía los brazos a las caderas.

- Me parece muuy bien, vamos señorita - me tendió el brazo y yo lo agarre, así fue como salimos del internado.

Pedimos un taxi y este nos llevo hasta la ciudad, la cual no se encuentra lejos pero para ir mas rápido.

- Baje hermosa jovencita - Alejandro me ofreció su mano para que bajara del carro y después el pago al chofer.

- Gracias y toma - le extendí mi mano para que agarrara los 4 soles.

- ¿Para que cuatro soles? - me pregunta.

- El pasaje estaba en total de 8, mitad mitad  - dije obvia.

- Eso no es necesario - comento él.

- Por favor acéptalo no me gusta que tu lo pagues todo - me queje.

- Esta bien, esta bien - lo agarro - Ahora ¿Te gustaría ver una película?.

- Depende de cual.

- ¿Locos De Amor? - cuestiono.

- ¿Te gustan las románticas?.

- Veo de todo - dijo rápidamente.

- Vale, pero yo elijo el combo. 

- Esta bien, esta bien - se ríe - vamos guapa.

Me tomo de la mano y me llevo hasta el cine, una vez ahí el compró las entradas, faltaba alrededor de una hora para que iniciara la película por lo cual decidimos ir a un parque que se encontraba cerca para ver si había alguna heladería y para nuestra buena suerte, la encontramos.

Al llegar no dudamos en entrar, fuimos directo a la caja para hacer nuestros pedidos.

- Buenas Tardes ¿Qué les puedo ofrecer?  - habló la señorita.

- Buenas Tardes, para mi un helado de chocochip y para la jovencita ... - hizo un silencio esperando a que yo hablara.

- Para mi un helado de mentachip, por favor.

- Muy bien, ahora mismo preparo su orden - respondió rápidamente - vayan hacia la izquierda para recibir su cono.

Hicimos lo que nos pidió y a los 10 minutos ya estábamos saliendo cada uno con su cono de helado en la mano.

- Así que ¿Mentachip?  - preguntó Alejandro.

- Sip, es mi helado favorito desde que tengo años y tu ¿chocochip? 

- Exactamente, es el mejor sabor que puede existir en este mundo, qué digo de este universo - exageró

- Nah, ni tanto - lo baje los humos y me reí al verlo mirarme con una cara : "EZKIUSMI"

- ¿Lo has probado? 

- No pero ... - me cortó

- Entonces ¿cómo sabes que no te gusta si no le has dado ni una sola oportunidad?

Vale, tenia un punto.

- Cuando regresemos o regrese a una heladería me asegurare de pedir de ese sabor para sacarme de dudas ¿te parece?

- ¿Por qué no ahora? yo tengo el sabor - me extendió su cono - vamos, prueba y juzga.

- Ok pero si no me gusta ¿Qué te hago? - ¿Qué? me gustaba hacer ese tipo de cosas.

Pareció pensarla un poco.

- Si no te gusta - paso su mano derecha por su cabello - ¡Ya sé! ¡canto y bailo una canción aquí! ¡Delante de todos! 

PERO QUÉ AGALLAS PARA PROPONER ESO.

- Me suena tentador - admití.

- Pero si te gusta - redoble de tambores por favor - me dejas darte un beso. 

¿Ah? ok, no pude evitar ruborizarme.

- ¿tienes miedo de que te guste? - justo en ese momento no supe si se refería al helado o al beso.

Lo mire dubitativa pero estaba un 99.9%, por no decir 100%, segura de que su helado no seria rico ¿Qué como lo sabia? toda mi vida he amado el mentachip, nada ni nadie podría cambiar eso.

- Bien, hagamoslo - estrechamos la mano para darle un poco de dramatismo a la situación.

Él volvió a extenderme su helado y yo lo agarre con mi mano libre; era el momento de la verdad.