Una serie de eventos inesperados

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La Educación Media

Gerald se consideraba un sujeto con suerte, era su primer año en la Educación Media, había logrado ingresar al equipo de baloncesto y parecía que Chloe había cambiado y mostraba un sincero interés por él. Nada podía salir mejor para él, en ese momento todo lucía como si fuese el chico más afortunado del mundo.

- Oh... ¿Qué es esto? –y hablando de Chloe...

Gerald se detuvo repentinamente y asomó su rostro para observar hacia la parte trasera del coliseo donde había escuchado la voz de la chica. Le sorprendió lo que observó, ahí estaba Pataki, con los puños apretados y completamente roja de furia, frente a ella estaba Chloe notoriamente herida y más atrás algunas de sus amigas, entre ellas Maria y Connie. Chloe recogió algo del suelo que Gerald no pudo observar y sonrió de costado, guardándolo.

- ¡Dame eso! –reclamó Helga, con notoria preocupación en su rostro.

- ¡Esto es tan vergonzoso! ¡Oh Dios! –la pelinegra comenzó a reírse con fuerza- No puedo creerlo ¡Cuando todo el mundo lo vea! Espera... -Chloe sonrió con inocencia y Gerald recordó que era de la misma manera en que hace años lo observó a él para engañarlo, de la misma manera en que lo había estado observando últimamente- Hagamos un trato, Pataki, seamos gente civilizada.

- Jamás. –juró la rubia, removiéndose inquieta en su lugar, observando con completa preocupación el bolsillo donde había escondido Chloe aquello tan importante.

- Pero si no me has escuchado, Pataki. –la chica se cruzó de brazos, manteniendo su suave sonrisa- No le dices a nadie sobre mi pequeña jugarreta con Gerald...

- ¿Jugarreta? ¡Plenas jugar con el corazón del cabello de espagueti! ¿Qué tan niña eres para pensar que eso es jugar o una broma? –preguntó Helga, sorprendiendo al chico, que se ocultó mejor en su lugar ¿Qué estaba pasando?

- Mi pequeña jugarreta... -recalcó Chloe- y yo te regreso tu patético secreto. Tú solo deja que ocurra ¿Qué le debes a Gerald? Nada... En realidad... -la chica llevó sus finos dedos hacia sus labios, fingiendo meditar- él ha sido malo contigo. Hasta te estoy haciendo un favor.

- En verdad ¿Crees que soy tan estúpida? No lo acepto. No voy a permitir que le hagas daño a Johanssen ¿Qué tan difícil es de entender para tu cerebrito rizado? Quédate con el relicario. No me importa, has lo que quieras. –se cruzó de brazos, aunque Gerald pudo jurarlo, hundido en la sorpresa, que Helga estaba temblando de miedo.

¿Por qué le defendía tanto?

¿Por qué era buena con él?

La campana sonó, iniciando la hora del receso. Chloe observó a sus costados, notando como se acercaba la gente.

- Bien... tú ganas. No le haré nada, Pataki. Pero ahora me perteneces y esto... -tocó el lugar donde había guardado el relicario- es nuestro pequeño contrato. –Chloe se giró sobre sus talones y salió corriendo, seguida de sus amigas.

Helga cayó suavemente de rodillas, completamente agotada, se cubrió con su gorra de béisbol y golpeó con fuerza el suelo, conteniendo el deseo de gritar, de protestar, de maldecir al universo entero. Le dolía el pecho y tenía miedo, pero su cerebro y su maldita moral con la voz de Arnold, le decía que había hecho lo correcto. Y no se arrepentía. A un par de pasos del abismo no sentía temor.

- ¿Pataki? –la chica levantó el rostro con sorpresa, al observar a Gerald parado frente a ella, con el rostro completamente atónito- ¿Estas... bien?

- Claro que estoy bien, zopenco. –con dificultad se levantó, sacudiéndose el polvo- ¿Una no puede tener un momento para sí misma sin levantar sospechas del resto de personas o qué?

What if...? [Cómame señor lobo] «Hey Arnold!»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora