Los viejos hábitos se repiten.
A Gretel nunca le habían preguntado sobre su primer amor. A pesar que explicaba que solo se había enamorado dos veces en su vida. Las personas no parecían realmente interesadas por el primero. Claro, Wolfgang era alguien que la gente podía mirar y hacer preguntas, pero todos sabían que su primer amor estaba a cientos de kilómetros de distancia. La alemana había supuesto que era porque todo el mundo suponía que era alguien no conocido y ¿Para qué quieres escuchar nombres que no conoces y lugares que no pueden ser imaginados? Ella misma a veces se olvidaba que había dos tipos de Gretel. La de esa ciudad perdida de la mano de la humanidad, en donde podía jugar a ser una soberana porque no había nadie más como ella y la Gretel, en Alemania, que siempre había tenido prioridades sociales importantes, pero solo tenía buenos conocidos y ningún amigo, era una chica que sus diversiones eran muy diferentes a la de la Gretel de Hillwood.
Solo Helga sabía de su primer amor ¡Que novedad! A su prima le contaba todo, esperaba que esa rubia agradeciera el voto de confianza...
Pero Gretel si recordaba bien, su primer amor había sido cuando ella cumplió doce años, meses antes de conocer a Helga. Ella se había enamorado del regalo que le dio su padre. Algunas chicas conseguían ropa, otras celulares, computadoras, libros. Cosas así. Ella había obtenido varias cosas, esos eran sus regalos pequeños. Pero el regalo principal, el que celebraba sus doce años, había sido el que le dio su padre: un chofer. Por supuesto, con auto incluido, pero lo que le impresionó a Gretel fue el hombre que la llevaría a cualquier lugar que ella deseara. Alger Baum estudiando a distancia para ser contador. Él tenía veintidós años y cabello castaño rojizo, recogido en una coleta baja, un cuerpo delgado y alto. Alger tenía las manos de pianista, eso recordaba Gretel con más intensidad, dedos largos, finos y pulidas uñas y cuando los movía sus músculos le recordaban al movimiento de las velas de un barco naval, suaves y precisas, en azotes poderosos por fuerzas incalculables. Por mucho tiempo alucinó con el contacto de esos dedos. El hombre sonreía cálidamente y sus mejillas estaban cubiertas por ligeras pecas. A Gretel le gustó desde el primer momento. Él le estrechó la mano con seguridad y le deseo feliz cumpleaños. La llamó señorita con una sonrisa pícara. Alger escuchaba rock y metal en inglés, lo cantaba con fuerza y cuando nadie lo veía azotaba el volante del auto al ritmo de la batería. Gretel se enamoró de él ilusamente. Muy tontamente. Porque sabía que nunca tendría oportunidad con ese hombre de mirada esmeralda que tenía el diente canino roto y que esa imperfección solo lo volvía más genial.
Dos años después, Alger presentó la renuncia, la abrazó con fuerza disculpándose por el repentino atrevimiento y le besó la frente. Él nunca sospechó cuando lo espiaba en las noches, ni supo el impacto que había creado en ella. Alger se fue de su vida, sin romperle el corazón pero Gretel se juró que cuando creciera ningún amor se le haría imposible. No importaría la edad ni nada.
Pero eso quedó casi en el olvido con el pasar del tiempo. Gretel se adaptó a nuevas prioridades, vivió nuevas relaciones y Alger se volvió un platónico y dulce recuerdo de seductores movimientos cuando bailaba rock.
El tiempo pasó, viajó a Estados Unidos y ayudó a su prima con sus precisos planes de guerra.
La primera noche en la casa de huéspedes la sintió como si se adentrara en una cultura milenaria, en un templo preciado y perdido. Nunca había estado tan emocionada, curioseando la sala o mirando la degastada mesa del comedor que si hablara se quejaría por el maltrato que había recibido de los vivarachos inquilinos. Ella había tenido una vida muy solitaria. La mesa de su comedor, en Berlín, no tenía un rasguño y recordaba todas las horas que se sentó ahí, a comer, sola, con la sombra de una sirvienta a sus espaldas.
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What if...? [Cómame señor lobo] «Hey Arnold!»
Fanfic[Todos los capítulos subidos a la vez] Instinto de Caza. Extra: Cómame señor lobo. Instinto de Caza. Extra de "Cómame señor lobo". La puerta a un universo alterno ha sido abierta, donde lo imposible se vuelve realidad. Emociones prohibidas se abren...