Juegos de Riesgo

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- No puedo creer que nunca hayas jugado hockey de mesa. –Will bajó la botella de cerveza y la apoyó en el pequeño aparador- Eso es... casi ilegal.

Arnold rodó los ojos y se bebió los últimos tragos de su cerveza antes de dejarla a un lado. Una voz en su mente le dijo que parara, igual que hace tres botellas atrás. Pero solo era cerveza, aun si se trataba de la canadiense que le encantaba a Will y resultaba ser extremadamente fuerte a comparación de las normales. Además, estaban en el departamento del pelirrojo, sobre la librería que tenía su familia. No iban a ir a ningún lado, un poco de alcohol no le haría daño.

- Soy una persona de billar. –se defendió el rubio, sosteniendo el mazo de plástico- Además ¿No se llama hockey de aire? El de mesa se parece más al futbolín.

- ¡Y ahora resulta que eres un experto! –bromeó Will, encendiendo el aparato y el disco comenzó a moverse en el centro- Bueno, como quieras llamarlo. Esto es fácil de jugar, solo debes meter el disco en mi portería y evitar que yo haga lo mismo con la tuya.

- Fácil. –aceptó Arnold, aunque agitó el rostro para enfocarse y sintió las yemas de sus dedos amortiguadas por el alcohol.

Aunque ese era el menor de sus problemas, su cuerpo se inclinaba ligeramente a la derecha y le costaba sacar las palabras a través de sus labios que parecían hormiguear en búsqueda de algo... como una pared fría o un metal caliente que calmara la picazón. En verdad había bebido demasiado. Pero era bueno divertirse con un amigo. Claro que disfrutaba pasar tiempo con Gerald, pero no podía negarle a su amigo que aprovechara cada segundo que tuviese sacar en la apretada agenda de Phoebe y su vida escolar. En cambio, Will parecía agradecido de tener compañía desde que Gretel y Lila salían. Obviamente ninguna de las dos lo hacía a un lado, pero era bueno darles su espacio. Y a Arnold le venía bien la compañía después de que una semana atrás Helga terminara con él.

No había sido nada dramático ni se había sentido tan mal como hubiese esperado. En realidad... todo había sido extraño. Desde que Helga había acortado las distancias entre los dos fue como si algo hubiese explotado y todo se hubiese incendiado. Al primer contacto que tuvieron casi no pudieron detenerse, se había sumergido en ella hasta quedarse sin oxígeno y había tardado horas en tener la cabeza fría, pararse en frente de la puerta que llevaba al departamento que Helga compartía con Gretel y pedirle que fuesen novios. Ella se había reído de él, pero sonrojada y encantada había aceptado. Arnold había sentido que tenían mucho tiempo que recuperar, pero por suerte no había sido el único. Nadie parecía ser capaz de detenerlos cuando estaban juntos, escabulléndose, viviendo de pícaras miradas y cualquier momento para estar solos.

Mientras Arnold abría su siguiente cerveza tuvo que admitir que sabía cuál había sido el problema desde el inicio. Su relación se había vuelto extremadamente apasionada, completamente física y habían olvidado charlar, mantener conversaciones y crear cimientos más allá del deseo. Hasta Gretel le había ordenado que mantuviese sus pantalones puestos y para que esa chica tan desinhibida le dijera eso debía ser una alerta. Pero no, él se había sentido divertido al avergonzar a la alemana. No se había detenido, un depredador dentro de él se había despertado y estaba ansioso todo el tiempo, desesperado por alimentarse de piel enrojecida y sonidos extasiados. Por suerte Helga había recuperado la razón o todo hubiese terminado peor.

En el momento en que habían terminado pareció que algo se suavizó entre los dos. Ya no tenían que probarles a sus familias, amigos y compañeros que eran la pareja que todos habían soñado y que estaban destinados a estar juntos. En el momento en que pusieron fin a su relación los dos se dieron cuenta bajo cuanta presión habían estado, como si miles de ojos invisibles hubiesen estado mirándolos, respirando sobre sus nucas y esperando que fuesen la pareja ideal. Sin la presión de tantas personas sobre ellos, pudieron hablar y descubrir la verdad.

What if...? [Cómame señor lobo] «Hey Arnold!»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora