La bruja

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Era la mañana del treinta y uno de octubre y el grupo de chicos estaba terminando de jugar un partido de beisbol en el lote baldío antes de prepararse para salir y pedir dulces. Después de todo, no siempre podrían disfrutar de ser niños y el quinto grado les había demostrado que no había necesidad para apresurarse y crecer. Ese posiblemente sería su último año de dulces y trucos.

- ¿Y de qué te vas a disfrazar este año, Arny? –preguntó Gerald, recogiendo los bates de beisbol.

- ¿De conejito? –bromeó Harold, ganándose la risa de Stinky y de Sid.

- Por favor, chicos... -pidió Arnold, rodando los ojos- Tal vez de explorador.

- Pues definitivamente nadie se disfrazará de alienígena. –bromeó Gerald.

Repentinamente un fuerte viento azotó el lugar y una nube cubrió el sol, oscureciendo el entorno sorpresivamente. Antes de que Arnold pudiese hacer algo, vio cómo su pequeña gorra azul salía volando directo hacia la calle. El niño corrió en su dirección pero repentinamente se atravesó en su camino una sombra que lo asustó, haciéndolo retroceder.

- ¡Hermano! –las manos de Gerald lo sostuvieron con fuerza de los hombros y lo jalaron hacia atrás, alejándolo de lo que parecía ser un peligro inminente.

La sombra en realidad era una persona encapuchada, más o menos de la altura de Gerald... sin contar su alto cabello, por supuesto. El sujeto, estaba cubierta por una capa negra que ocultaba su figura y género casi por entero, por los costados había ligeros cortes en la tela que dejaban asomar las blanquecinas manos del ser. El viento llevó la gorra de Arnold en espiral hacia el rostro de la persona y a la par que la golpeaba directo en la cara, la capucha cayó, revelando el rostro de una joven.

A excepción de Arnold, el grupo soltó un pequeño grito y Gerald jaló a su amigo hacia atrás, agrupándose al grupo que estaba atrás de las gradas. Todos actuaban como un cardumen que intentaba protegerse de un gran depredador de los mares. Al parecer la joven no notó su presencia, pues en el momento en que había sido golpeada por la gorra, ella había soltado un libro y la capa se enredó en su cuerpo. Pero Arnold pudo distinguir un pálido rostro redondeado junto con una frondosa melena rizada negra que se agitaba en el viento, levantándose en el aire. La joven, posiblemente un año mayor a ellos, tropezó con su capa y cayó al suelo, a gatas. El viento volvió a golpearla y la capa se volteó sobre ella, enredándose en su cabeza.

- ¡Es nuestra oportunidad! –aseguró Harold, temblando ligeramente.

- ¡Si! –apremió Sid- ¡Corramos!

- ¿Qué? –Arnold los regresó a ver, sorprendido- ¡Debemos ayudarla! –además, su gorra había caído metros cerca de ella, sobre el libro que esta había estado cargando.

- ¿Qué? ¿Estás loco? ¡Es una bruja! –aseguró Stinky- ¡Hace hechizos y maldiciones!

- ¿Qué? –Arnold observó a Gerald pero este asintió solemnemente.

- Hermano, debemos irnos. Ella es la chica nueva de sexto y todos dicen que es rara. No habla con nadie y se la pasa leyendo extraños libros. Nunca está bajo el sol y suele meterse en el bosque a altas horas de la noche, bailando y cantando ¡Alrededor de una hoguera! No puedes negarlo ¡Es una bruja! –aseguró Gerald, apretando su agarre sobre el brazo de Arnold, conociendo bien la nobleza de su amigo.

- Pero mi gorra... -el chico lanzó una mirada hacia la supuesta bruja, que por fin se las había arreglado para quitarse la capa y liberarse de su martirio. Para ser un ser maligno lucía muy torpe en realidad, pero si tenía un aura extraña, aun arrodillada en el suelo y con mirada de desconcierto.

What if...? [Cómame señor lobo] «Hey Arnold!»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora