Gerard Way |"Cartas negras"|

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Bajé del taxi mirando maravillada mi nuevo hogar, una casita blanca de dos plantas, con un caminito blanco que se dirigía al garage, para guardar un hermoso coche, un hermoso coche que no tenía, pero ya tendría tiempo para comprarme uno. Ese caminito blanco también se dirigía a la entrada, una puerta de madera pintada de azul.

Era un barrio...como decirlo...de lujo, que queréis que diga, a mis veinticinco años había conseguido ser la fotógrafa de la revista más cotizada de New Jersey. Os contaré.

Por mis trece años recibí como regalo una hermosa cámara, la cual aún conservo, es una buena cámara, la llevo conmigo a todas partes, para trabajar me prestan una de sus cámaras, pero me gustaría poder llevarme la mía, bueno, me voy del tema. Me gustaba tanto que decidí ser fotógrafa, a los diecisiete años se lo comenté a mis padres, ya que tenía que elegir universidad, pero ¡OH sorpresa! Ellos no estaban de acuerdo, insistían firmemente en que estudiase abogacía como mi padre, pero lo que más deseaba era estudiar fotografía, lo que me gusta. Insistí por días, y aún recuerdo con exactitud lo que dijo mi padre:

-¡Qué no Evelyn! ¡No estudiarás fotografía! Eso es para hippies y gente sin estudios, tu serás alguien importante, ¡no me vas a avergonzar de esta manera! ¡Mi hija será una abogada de prestigio, quieras o no! ¡Y tendrás que obedecerme mientras vivas bajo mi techo!

Y ahí vi la solución, la semana siguiente me encontraba saliendo de New York y adentrándome en New Jersey en un autobús de mala muerte. Mis padres no se molestaron en buscarme, supongo que no querían una hija que desobedecía sus ordenes, seguramente se inventaron alguna excusa como que me había ido a vivir con la abuela o algo así para que sus amigos no supieran sobre "su hija hippie". Me concedieron una beca y pude estudiar lo que me gusta .

Una mañana decidí probar suerte y fui a pedir trabajo a la empresa de "la mejor revista, la más fabulosa de New Jersey" y lo conseguí, como secretaría, pero fui ascendiendo poco a poco y mirenme, ahora soy LA fotografa.

Y esa es toda la historia, resumida, obviamente.

Bajé las maletas del taxi y me adentré en mi hogar, pude ver que había cartas en el buzón...que raro. Las cogí y abrí la puerta.

-Genial.- dije totalmente embobada.-

Apenas había muebles, un sofá marrón anticuado, iría a la basura en cuanto compre nuevos muebles, la cocina también la cambiaría entera, al igual que el baño. No había más muebles, genial, ¿no? ¿Podéis notar la ironía? Tendría que dormir en ese viejo sofá hasta que comprase los muebles. La antigua dueña se mudo hace poco, me extraña que se llevase todo y solo dejase un sofá, no le gustaria, supongo.

Me senté en el sofá y decidí abrir esas cartas misteriosas, tampoco podía hacer muchas cosas.

Había dos cartas, las dos dentro de un sobre negro, abrí la primera.

"Querida Caroline,

se que lo que hice estuvo mal, debería haberte dicho que me ofrecieron un puesto de trabajo en California, pero entiende, no te lo dije porque no sabía que hacer, aún lo estaba pensando, cuando llegaste a mí casa con esos hermosos ojos celestes llenos de lágrimas y me preguntaste si me iba a alejar de tí creí que algo se rompía dentro de mí, te fuiste sin dejarme hablar, estuviste semanas sin hablarme, no me cogías el teléfono, así que decidí escribirte esta carta para decirte que no aceptaré el trabajo, me quedaré contigo, te quiero mucho Caroline.

Siempre tuyo.

Gerard."

Oh mierda, pobre chico, Caroline...así se llamaba la antigua dueña, apenas hablé con ellas, solo dos veces, era una mujer alta y rubia, con el pelo ondulado que le caía un poco más abajo de los hombros. Me da pena este tal Gerard, cuando se entere de que Caroline se mudo a Irlanda...pobre chico.

"One Shots" Band MembersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora