❝Prólogo❞

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PRÓLOGO

La impotencia lo llenaba al saber que no la había podido proteger. Simplemente su sangre se drenaba en rabia al saber que sus instintos no habían sido útiles contra la cortina de mentiras que, tras de sí, ocultaban la verdadera naturaleza del Lorialet de la guardia brillante.

Nevra no le había dado jamás mayor importancia, Leiftan le parecía sencillamente un jefe más que debía seguir cual perro, así como seguía a Miiko. Pero cómo se había equivocado, dios, enserio cada músculo de su cuerpo se tensaba en estrés de solo pensar que; sí tan solo él hubiese podido sospechar un poco más, de no haber bajado la guardia, hubiese podido prevenir el ataque del rubio hacia el CG.

Apretó la mandíbula, en la penumbra de la escalera principal del salón de las puertas, iluminado únicamente por las tenues luces de la luna y de las estrellas, cuya luz escurría por los cristales. Tenía sus manos en la cara, cubriéndola, apoyando sus codos en sus rodillas y las piernas separadas mientras que eran apoyadas un escalón abajo.

No podía dormir, aquellos oscuros círculos bajo su ojo derecho de tonalidad gris era la prueba de ello, mientras que el ojo izquierdo se mantenía cubierto por un parche negro; viéndose casi apacible al lado del tempestuoso océano oscuro en el orbe derecho de Nevra. Su pelo azabache, desordenado y desaliñado, se mantenía cubriendo su rostro en aquellos días; como si ocultar su rostro o mantener el mismo bajo, lo hicieran invisible ante los demonios en su interior que constantemente lo llamaban 'inútil'.

El ambiente en el CG se mantenía así, tenso, silencioso, casi muerto. Quizás porque Leiftan se había encargado de enterrarse en el corazón de cada habitante de Eldarya, todo para dejar un sabor amargo y espinoso el día de su traición.

Miiko estaba encerrada en su habitación, usando la pizarra del CG para comunicar lo importante, Valkyon se la pasaba en el almacén de armas, y Ezarel siquiera hablaba. Todos trataban de mantener o crear una atmósfera más ligera, pero al final todos desisten, pues parecía una tarea imposible ser una luz en toda aquella oscuridad.

Eweleïn estaba muy ajetreada, pocas veces salía de la enfermería, pues los enfermos y heridos que dejó la batalla con el Daemon fue casi el número del de una masacre. Y por eso Nevra estaba allí sentado, lamentándose, porque Erika estaba entre esos heridos. No estaba enamorado de ella, y era justamente por ello que le parecía tan especial; ¿Cuándo había comenzado con una chica desde la mera amistad? Sentía que esa relación iba a algo grande, algo que cambiaría su vida. Y ahora, esa luz en la oscuridad se apagaba, y él no podía encenderla.

Sollozó, en la oscuridad del pasillo, una lágrima solitaria y fría se deslizó por sus fruncidas facciones. Su rabia se había ido, dejando ahora únicamente la soledad, la tristeza y la traición.

❝ Domando A Una Bestia ❞ || Leiftan X Nevra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora