CAPÍTULO IX - ARMA
—Disculpa —se adelantó a decir, seria y siempre yendo a al grano; Nevra se cruzó de brazos, observándola en silencio—, he estado... Teniendo muchos problemas con Gardienne y... Todo me afecta últimamente —suspiró, apoyando su sien en su puño.
—Miiko —Nevra la miró con seriedad, sin embargo, su voz no era brusca—, dime qué sucedió. —pidió saber, más que por cotilleo o querer enterarse para recriminárselo a la kitsune, era porque le preocupaba ella. Siempre había sido así, y Miiko lo sabía mejor que nadie.
—Es... —sus ojos se hincharon, pero rápidamente y en un parpadeo, pareció como sí las ganas de llorar se hubiesen ido por la fuerte coraza que la rodeaba. La coraza que todo líder debía tener. Sin embargo, no había cómo esconder sus labios rotos de tanto mordérselos, enrojecidos como unos retoños de rosa, de Nevra— Es algo largo de contar y tienes un compromiso —carraspeó ella, refiriéndose a él daemon que esperaba fuera de la sala del cristal, atormentando al pobre guardia de rutina.
—Él puede esperar —decretó Nevra. La expresión de seriedad de Miiko pareció quebrarse en mil trozos que nunca podrá recoger del suelo, pareció que la coraza era temporal, efímera; junto a los fuertes y filosos sentimientos que intentaba desesperadamente de cubrir.
—Me engañó, Nevra —rememoró ella, sin vacilar, sin su voz temblando o estando quebrada; sin embargo, una solitaria y fría lágrima se deslizaba por su mejilla—, un extranjero, familiar de Ikhar y paladín —Nevra pareció sorprendido, iracundo, más nunca gustoso de las palabras de su amiga; ¿Cómo iba a ser feliz por su rompimiento? Sí, los sentimientos por la humana habían -casi- desaparecido, pero ciertamente seguían ahí; claro que le hubiese gustado tener una oportunidad de conquistar a Gardienne.
Pero no así.
No con Miiko sufriendo así.
— ¿Ex-participante de la guerra? —habló impresionado, Miiko asintiendo.
—Vino a atender unos asuntos conmigo, sobre la Constitución Y Derechos. Pensé que sus ideas eran brillantes, casi sin defectos en la estructura —se rió amargamente—. Ahora, sinceramente, me hubiese gustado tirarle una bola de fuego a cada mapa que traía. —removió su cabellera negra, suspirando.
—Lo siento muchísimo, Miiko —la miró con tristeza genuina, y ella, levantó su mirada con una sonrisa.
—No es tu culpa —cerró sus ojos, negando con su cabeza con sosiego—. No te preocupes y ve, Leiftan te está esperando —señaló, tomando unos documentos y empezando a concentrarse en ellos.
Nevra apretó los labios, sabía que quedarse allí no tendría ningún sentido. Así como también sabía que había ayudado a la kitsune, porque de una forma u otra, se había desahogado. Dio media vuelta, empezando a caminar a la salida. Con sus botas sonando al impactar contra el suelo, sin embargo, como sí hubiese contado sus pasos, Miiko habló y detuvo el andar del vampiro.
—Y Nevra —él de pelo azabache volteó—, a pesar de todo, decía en serio lo de Leiftan. No solo por nuestro bien —sabía a que con nuestro se refería a toda Eldarya—, sino por el tuyo también. —aclaró, Nevra se quedó pensativo, antes de asentir y salir finalmente de la sala del cristal.
•••
— ¿Eh? No quiero —se negó él elfo, volviendo observando a través de una especie de microscopio unas bacterias minúsculas que solo se conocen allá en aquella tierra, de la joya que junto a Eweleïn empezó a estudiar—, ahora deja de molestarme —dijo sin cuidado.
La sonrisa de Karenn desapareció por algunos minutos, tomando entre sus manos el plato de tostadas con azúcar que tanto le costó de Karuto obtener. Pero, rápidamente, se paró derecha y sonrió, echando -con un movimiento de su cabeza- sus coletas bicolores hacia atrás.
—Qué raro, ¿Así de gruñón estás cómo para que no quieras dulces? —interrogó ella. Ezarel suspiró cansado, alejando su vista del microscopio y colocando en el puente de su nariz su dedo índice y pulgar, cerrando sus ojos mientras contaba en voz baja hasta diez en un idioma desconocido hasta para mí, el narrador. Sin embargo, Karenn se mantuvo orgullosa, sin pensar que estaba estresando al elfo realmente.
—Escucha, Karenn —empezó, volteándose a mirarla con gesto serio—. No soy ciego, ¿Okay? Sé cuando una chica está enamorada a niveles estratosféricos de alguien, sobretodo sí es de mí. —su tono era pausado, casi como sí le estuviese hablando a algún niño— Y en otra ocasión, en otro lugar; no me interesaría y sencillamente te dejaría vivir tu fantasía efímera de adolescente. Pero ahora —señaló todo el escritorio de la sala de alquimia— estoy trabajando en algo y no tengo tiempo para tratar amablemente a una niña. —resopló.
Karenn se quedó de piedra, sujetando con fuerza el objeto de cerámica. Empezó a reír ligera, nerviosa, retrocediendo torpe, —Sí, claro. Entiendo —no, no lo entendía en realidad. ¿Por qué era tan antipático? ¿Por qué solo con Eweleïn era amable, hablador e incluso hasta cariñoso? No, esa no era en realidad una pregunta en su cabeza, pues ella mejor que nadie -que los vio- sabía la respuesta.
Antes de salir de la sala de alquimia, Eweleïn entró apresurada y sus hombros chocaron por un instante.
— ¡Oh, lo siento mucho Karenn! —exclamó la elfa, teniendo en sus manos dos tubos de ensayo llenos de un líquido granate. La vampira se quedó en silencio, observando a la mujer avanzar hacia Ezarel y darle con cuidado los objetos de vidrio— Toma, parece que no salen muchas en el estado líquido, pero se podría obtener más sí los mezclas con arsénico —hablaba, enseñando un tubo—, este aún está puro y este ya está mezclado. Suerte, tengo que volver a trabajar —habló apresurada, saliendo a toda prisa de la sala de alquimia.
— ¿¡Ni siquiera un beso de despedida?! —le gritó Ezarel con una sonrisa, Eweleïn, antes de irse por completo, estando ya en el pasillo más delante de la puerta, sonrió negando con la cabeza, yéndose con una sonrisa distraída en los labios.
Karenn salió, taciturna, de la sala.
•••
— ¿Cuánto dices qué te tomará? —la mujer, de cornamenta imponente y cabello rojizo, tamborileaba sus largas uñas en el reposa brazos de su trono.
—Es obvio que conseguiré los poderes de ese daemon —se quejó él brownie, cruzándose de brazos— ¿Por quién me toma?
—Excelente entonces —suspiró ella, mostrando sus amplios colmillos blancos, y sus labios carmines como una manzana—, pensé que esas cosas estaban extintas, no podemos permitir que el CG tenga esa arma con ellos —murmuró, apartando desdeñosa la mirada.
CONTINUARÁ
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❝ Domando A Una Bestia ❞ || Leiftan X Nevra
Fanfiction❝ ━━Una segunda oportunidad para calmar la tempestad ❞ ➸ Yaoi/BL/Gay/Homosexual. ➸ Fanfic del juego Eldarya, las imágenes y los personajes pertenecen a ChiNoMiko, su ilustradora, y a Beemoov, la compañía que los financia. ➸ Leiftan x Nevra ➸ Los e...