❝Capítulo VII❞

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CAPÍTULO VII: NO TAN HETERO

— ¿¡Cómo se te ocurre hacer eso con Alájea y medio CG delante?! —le gritó cuando ya estuvieron en el pasillo de las habitaciones, iracundo y rojo de vergüenza entremezclada con, la ya mencionada, ira.

Leiftan sonrió, empujando por los hombros al vampiro contra la pared, —Hace poco parecía que te gustaba —se alejó de él, acomodando las mangas de su traje mientras lo observaba con el mentón alzado—, ¿Acaso te excita qué te vean mientras te tocan? —se burló, Nevra alzando una ceja y cruzándose de brazos.

— ¿Te crees en el derecho de decirme a mí pervertido? —inquirió, señalándose a sí mismo en el acto— ¿Eh, señor 'Te pongo tu mano en mi entrepierna sin dudar'?

—Es algo largo ese ápodo —gruñó él daemon.

Nevra suspiró, pasándose las manos por la cara para luego revolver su cabello con frustración, —Iré a ocuparme de esta mierda —finalizó por decidir—, el problema es cómo demonios consigo un guardia de rutina cuando ni es la hora, ni estoy en la condición para caminar a penas —murmuró en un gruñido, frustrado. Las opciones eran pocas y sin duda no pensaría en una que surcó su mente por varios segundos atrás.

—Hazlo conmigo delante. —Leiftan se encogió de hombros— Las mujeres se cambian en el mismo cuarto sin problemas, ¿No? —comparó, Nevra miró al rubio como si le diese una advertencia silenciosa de asesinato.

Luego de meditarlo varios segundos, no halló más solución que simplemente ponerse de espaldas con Leiftan en el cuarto. Aunque la idea de darle una oportunidad a un prisionero de atacar no era que le diese especial ilusión, ¡Diablos! Ahora no podía bajar la guardia ni aunque se estuviese masturbando en su propio cuarto. Gruñó frustrado por esa idea, —Vamos —acabó por decir, abriendo la puerta de su cuarto para halar a Leiftan dentro, una vez entraron los dos, cerró la puerta.

—Te odio —vociferó Nevra, poniéndose en una esquina del cuarto y empezando a bajarse la bragueta del pantalón entre quejas.

—Tu erección no dice lo mismo —combatió él de pelo bicolor, poniéndose de espaldas a Nevra con sus cuatro alas cubriendo la escena. Se cruzó de brazos, ¿Ahora qué? Su venganza aún no se acababa, al menos para él, dejar al amigo de Nevra parado no era suficiente.

Leiftan cerró sus ojos, centrado en buscar una venganza que fuese aún más lejos, mientras que él vampiro intentaba no sentirse incómodo con el origen de sus pensamientos más sucios detrás cuando se estaba por masturbar. Tomó aire, bajándose los boxers y dando una mirada breve por el rabillo de su ojo cada cinco segundos. No podía, no encontraba una posición para colocar su mano sin sentir que Leiftan lo estaba viendo.

— ¿Por qué diablos tardas tanto? ¡Ya empieza, joder! —le ordenó exasperado él rubio.

— ¿Quieres callarte? Me quiero concentrar —recriminó él vampiro con algo de mentira en sus palabras.

Él rubio sonrió, quitando su anterior nariz arrugada de frustración al no saber qué hacer para su siguiente paso, volteándose con lentitud y apoyando suavemente su quijada en el hombro de Nevra, este saltando ante el repentino tacto y volteándose insofacto hacia él daemon, — ¿Qué haces? Largo —le ordenó con el ceño fruncido.

—Quiero ayudarte, ¿No te gusta qué sea amable? —sonrió, deslizando su mano por la cadera del vampiro y luego pasándola a la V del abdomen bajo del vampiro, deslizando con lentitud y jugando un poco con la goma elástica del bóxer, Nevra reteniendo la respiración y ahogando pequeños suspiros de placer que dejaba ir cuando sentía la mano del de ojos verdes rozar su piel.

❝ Domando A Una Bestia ❞ || Leiftan X Nevra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora