❝Capítulo V❞

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CAPÍTULO V - MORDER

   — ¿Qué sucede, Ezarel? —interrogó ella, con suavidad, como sí necesitara aquella delicadeza, como sí tratara con un cristal.

Ella y él habían tenido una relación de amigos con derecho, y a pesar que no hablarán demasiado, y cuándo lo hacían era algo común verlos pelear; ambos podían contar con el otro para ser su soporte. Aquella relación no tenía nombre, pues ya no había relación sexual entre ninguno. Ni siquiera podrían terminar de llamarse amigos.

Y Eweleïn quería saber qué eran. Más sabía que aquel no era el momento, las oscuras facciones de Ezarel se lo decían. Él se mantenía con la cabeza baja, mirando el suelo de su habitación, con sus codos apoyados en sus muslos, y Eweleïn sentada a su lado; y como único contacto físico, estaba la mano de la fémina que se posaba con delicadeza y confort en la zona del omóplato del elfo.

—Eweleïn —suspiró, alzando su mano para revolver su pelo—, es aterrador —confesó—, es en verdad aterrador no tener ganas de nada; ni siquiera quiero miel. —bajó el mentón.

— ¿Por qué crees qué sea? —le preguntó ella, Ezarel se encogió de hombros.

—No tengo ni la menor idea. —gruñó, y Eweleïn no pudo contener una sonrisa llena de cariño, arrugando el rabillo de sus ojos mientras sus labios púrpuras se curvaban— ¿Qué? —le preguntó, girándose a ella.

—Es tierno —comenzó—, verte frustrado por no saber algo. Pareces un niño —sonrió ampliamente, cerrando sus ojos.

Ezarel arrugó el ceño, tomando con su mano la nariz de la chica y tirando de ella, —No me llames tierno, columna.

Ella frunció el entrecejo, — ¿Cómo qué columna? —se quejó, a dolorida. Ezarel alejó su mano con una sonrisa en sus labios—. Es mejor que estés así, a que estés deprimido. —confesó y Ezarel la miró con sorpresa— Es tan raro, verte a ti sin hablar, encerrado...

Él elfo bajó la mirada, más no cambió la dirección a la que estaba mirando; Eweleïn colocó su mano en la mejilla del de pelo azul, —Detesto no poder desearle la muerte —murmuró él.

—Lo sé, pero tú y yo sabemos que eso no está mal. —murmuró ella con suavidad. Ezarel cerró sus ojos, centrándose en el tacto de la elfa.

Se quedaron en silencio, sintiéndose sosegados por aquellos minutos, como sí nada hubiese cambiado; como sí todo siguiese igual. Eweleïn apretó los labios y apartó la mirada; no podía desear volver a tener a Ezarel, no podía. Él no sentía nada por ella, y estaban bien así.

Sin un nombre, sin un título.

—Eweleïn —la llamó con voz suave—, ¿Puedo abrazarte? —murmuró, aquella delicadeza dejó helada a la elfa, haciéndola sonrojar y que su corazón latiera con rapidez, chocando con su caja torácica.

—Invítame a beber leche de moogliz antes —bromeó y él elfo infló sus mejillas, aguantando una sonrisa.

•••

—Y ese sería el reporte —concluyó Nevra, mirando a otra parte de la gran sala del cristal, no podía ver a Miiko a la cara, aún le dolía imaginar que ella sería la dueña de las sonrisas de Gardienne.

—Hmn... —la kitsune apretó los labios, —Me preocupa ese trato entre ustedes —habló la de cabellos negros—, trata de hacer actividades con él, como sacarlo a pasear por el CG. — ¿Qué es, un perro, un anciano en rehabilitación? Se preguntó Nevra, odiaba hacer de niñera. Asintió igualmente, retirándose de la sala del cristal.

❝ Domando A Una Bestia ❞ || Leiftan X Nevra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora