❝ Domando A Una Bestia ❞ || Leiftan X Nevra

❝Capítulo I❞

CAPÍTULO I - REDENCIÓN

Ella caminó por los pasillos, saliendo de la reunión donde acababa de comprometer el destino de Eldarya y el propio por un presentimiento. Una pequeña vocecilla en su interior le decía que no lo abandonara todavía, que había algo en la esencia de Leiftan todavía que no podía perderse. Iba más allá de cada sentimiento fraternal que una vez tuvo, Miiko nunca había tenido problemas en separar su deber de sus sentimientos, y esta vez no era una excepción.

Además, nadie corría especial riesgo. Y si se conseguían más datos de la especie Daemon casi parecería un milagro.

Tuvo que luchar mucho con los ancianos del consejo, y aún así no todos quedaron de acuerdo con ella a cerca del destino del prisionero; se merecía ser ejecutado a los ancianos ojos de los jefes de Eldarya, pero para Miiko, había algo que le decía 'No'. Quizás las estúpidas quejas de Erika se le habían encajado en el alma finalmente, diciéndole que todos merecían una segunda oportunidad, que no estaba viendo las cosas desde la perspectiva de Leiftan..., todo parecía una locura a sus ojos.

Todo parecía ser exigido por los sentimientos hacia Erika. Suspiró y llevó su mano a su corazón, sintiéndolo acelerar ante el pensamiento de fallar, de equivocarse al darle otra oportunidad; y que Erika jamás volviera a despertar.

— ¡Miiko! —de un golpe, ella se volteó, más las manos de Nevra igualmente la tomaron con fuerza de sus hombros y la miraron con furia; casi como si su ojo le exigiera más explicaciones que las que dio en la reunión— ¿¡Te haz vuelto loca?! ¡¿Y que mierda es es esa de libertad condicional?! ¿¡Y guardia de compañía?! ¡Lo último que quiero es estar de niñera con ese tipo! —le gritó enfurecido, y Miiko se mantuvo en silencio con sus facciones mostrando un aire neutro. Nevra se quedó jadeando, tomando aún a la kitsune por sus hombros, más aflojando su agarre poco a poco, agachando su cabeza.

— ¿No seguirás mis órdenes? —cuestionó Miiko— La puerta está abierta, Nevra. Si no me apoyas en mi decisión, puedes marcharte de la guardia.

— ¿Cuánta gente acabas de arriesgar con tu elección? —preguntó Nevra— Sabes que nuestra vida es amenazada con que solamente este encarcelado, ¿Qué pasará sí lo dejas andar por el CG? ¿Crees qué todos lo recibirán con la mente abierta a una segunda oportunidad?

—No nos engañará otra vez, y lo último que necesitamos ahora es una muerte que podría ser evitada. —decretó Miiko.

— ¿Pero sí lo vale un pueblo que no confíe en tus decisiones? —Nevra alzó la mirada, y en su ojo se vio reflejada la preocupación— él no me interesa —señaló—, me interesa la persona a la que voy a seguir en una completa locura. —Miiko sonrió.

—Entonces dirige esa obstinación y preocupación hacia Leiftan, porque ahora es tu única ocupación. —Nevra suspiró y soltó a Miiko, rascando su nuca mientras tenía su mano libre en su cadera— Jamón lo sacará de su celda en pocos minutos, me encargaré de hablar en privado con la guardia brillante, absenta, sombra y obsidiana; tú ve a descansar para recibirlo en la escalera de caracol. —indicó Miiko seria, y Nevra apretó sus labios.

—... Bien —dijo finalmente él de pelo azabache.

( ... )

Él de cabellos negros golpeaba su pie contra el suelo, con sus brazos cruzados y su mirada en una de las paredes de las escaleras de caracol de poca iluminación que daban a las cárceles del CG. Pocos minutos habían pasado desde su llegada, pero el estrés se apoderaba del vampiro al saber que tendría que lidiar con un Daemon, y aún teniendo armas que Ezarel y Valkyon le habían proporcionado para cualquier emergencia, estaba inquieto. Sobretodo por todo el enojo que se apoderaba de él, porque tendría a un traidor enfrente de él, y no podría golpearlo sin que él lo atacara primero.