❝Capítulo III❞

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CAPÍTULO III - DEJA DE MOLESTAR

La puerta de Nevra fue golpeada por cuarta vez, su hermana permanecía golpeándola, con expresión preocupada y llena de tristeza. Y mientras ella repetía esta acción una y otra vez, Nevra estaba acostado boca arriba en su cama, en la oscuridad de su cuarto, y con Shaitán -su familiar- lamiendo la palma de su mano mientras daba sollozos, pues sentía el dolor de su amo.

—Shai, déjame solo ¿Sí? —pidió, levantando su mano para que el familiar dejara la acción de lamerla, cubriendo sus ojos con el dorso de su mano.

Su familiar bajó la cabeza y se acostó junto a la cama de su dueño. Mientras las lágrimas seguían deslizándose por sus facciones tensas, apretando su mandíbula, y apretando igualmente con fuerza sus colmillos.

No podía mentir; le dolía. Y eso lo enfadaba.

¿Por qué, por qué no podía ser feliz porque su jefa y su amiga eran felices juntas? Se sentía egoísta, se sentía una persona posesiva y tóxica, se sentía una basura.

—Nev, abre la puerta por favor... —murmuró su hermana, sabiendo que solo el oído vampírico de su hermano la oiría.

—Lo sabías, tú sabes todo, Karenn —comentó en un susurro.

—Pensé que era mejor que no supieras... —susurró de igual forma su hermana— ¿Puedo pasar?

—Quiero estar solo.

Sí, necesito estar solo.

Okay... —murmuró su hermana, alejándose de la puerta algo dudosa.

Quiero estar solo.

Una lágrima se deslizó por su mejilla.

Entonces, ¿Por qué duele tanto estar solo?

Golpearon a su puerta, unos golpes fuertes y firmes. Nevra se levantó de mala gana y se frotó la cara, secando sus lágrimas.

—Karenn, déjame solo —exclamó con sus labios hinchados, al igual que sus ojos.

Entonces notó que Shaitán estaba en una pose desafiante gruñendo a la puerta. Y, confundido, se levantó y abrió la puerta. Encontrándose con Leiftan y su guardia de rutina con el grillete en mano.

—Disculpe que lo moleste jefe, pero no venía a recoger al prisionero. —musitó un miembro de la guardia sombra.

Nevra asintió, colocándose el grillete. ¿Ya eran las ocho? Sentía la garganta seca, ronca, como si no pudiera pronunciar palabra pues esta se quebraría en llanto, dejando sus ojos ardiendo una vez más.

Nevra haló a Leiftan a la habitación, —Gracias y siento la molestia, buenas noches —dijo Nevra, cerrando la puerta del cuarto.

Estiró su mano libre y encendió las luces, Shaitán lanzó un ladrido que hizo eco en el cuarto, mostrando sus dientes al Daemon. Este, con sus ojos de fondo negro, miró con el mentón levantado al familiar, clavando sus ojos verdes en los de este. Shaitán enseguida sacó la lengua, jadeando y moviendo la cola.

—Cachorro inútil, sin duda lo educaste mal para que confíe tan rápido en la gente —vociferó él rubio de cabellos azabaches, Shaitán poniéndose en dos patas mientras apoyaba las delanteras en los muslos del Daemon.

—No estoy de humor —musitó, abriendo los cajones junto a su cama y sacando sábanas de ella.

Leiftan recargó su peso en su pierna derecha, torciendo ligeramente su cadera, observando a Nevra en silencio mientras analizaba su comportamiento. Parecía robótica su forma de actuar, como si fuera parte del mobiliario aquel vampiro que tendía sábanas en la cama. Leiftan sentía un sentimiento de soledad y pérdida, uno totalmente diferente a los que sentía en el resto de habitantes del CG.

Básicamente los reconocía porque él los había vivido.

Porque él los había sentido atorados en su pecho más de una vez.

Más no le interesaba comprender a Nevra.

Él vampiro se acostó en la cama, quitándose sus zapatos, Shaitán se subió también al colchón y se volvió un ovillo a los pies de su amo. Leiftan se quedó unos minutos observando la cama, y con algo de recelo, subió su rodilla y montó posteriormente la otra, tumbándose en la cama con los músculos tensos.

—Y no lo eduqué mal —refunfuñó Nevra, apagando las luces. Refiriéndose al comentario de Leiftan sobre su familiar.

— ¿Entonces por qué movió la cola como un familiar al que le acaban de frotar la panza? Un perro faldero no puede educar correctamente a otro —comentó él Daemon. Y Nevra, tumbándose arriba del de cabellos bicolor, con sus brazos enjaulándolo contra el colchón, rodeados por la oscuridad, más sin embargo sus razas podían ver a través de cualquier penumbra; sin importar su profundidad.

Se miraron de forma desafiante, y Nevra expresó, —Me tomó más de tres meses que si quiera me siguiera, uno entero que respondiera a su nombre, y dos que aceptara la comida que le daba. No menosprecies mi esfuerzo sin saberlo.

Leiftan, con las manos en su abdomen aún atadas en grilletes, — ¿Toqué un nervio? —sonrió, oyéndose divertido, más Nevra solo detectó su tono de voz divertido; pues el bozal aún tapaba su boca.

Nevra abrió sus piernas, enjaulando por completo el cuerpo de Leiftan que permanecía inmutable, como sí moverse o dejar de tensar sus músculos fueran sinónimo de estar nervioso ante el sentimiento de estar atrapado.

Él vampiro en realidad no estaba enojado, simplemente susceptible a un llanto desgarrador; tanto que no quería mostrarlo y proyectaba su soledad y tristeza en rabia. Shaitán miraba a ambos chicos moviendo su cola, aún en los pies de la cama.

—Retráctate. —le ordenó arisco Nevra.

Leiftan, con notable rechazo a la orden, musitó, — ¿O qué?

Nevra frunció el entrecejo,apretando sus colmillos con fuerza. No tenía permitido atacar  golpear a Leiftan por mucho que lo provocara, pues necesitaba la excusa típica de 'Fue en defensa personal' para el informe sí no quería una sanción.

Él vampiro permaneció en silencio unos minutos más, pero jamás apartó la mirada o demostró debilidad. Se acercó a la cara del Daemon, y con su dedo índice dio pequeños y sistemáticos golpes al bozal, haciendo que él de pelo bicolor frunciera el ceño.

—Te besaré y callaré por mi mismo. —él de ojos verdes lo miró horrorizado.

—Ni se te ocurra tocarme. —advirtió él de seis cuernos, frunciendo el ceño y mirando desafiante al de pelo azabache.

—Puedo desabrochar ese bozal en cualquier momento solo para cerrarte la boca —siguió con su amenaza, aunque debía admitir que le daba el mismo grado de asco besar a otro hombre, sobretodo a un traidor-asesino como lo era Leiftan. Pero sí era la mejor manera de mantenerlo amaestrado, así lo haría.

—Te morderé la lengua hasta arrancarte un nervio.

—Te dejaré en el cielo antes de que siquiera aprietes la mandíbula.

Se quedaron en silencio, mirándose, siendo la oscuridad la única que los cubría, y la luna siendo la única testigo de la tensión que se cocía entre los dos. Sus respiraciones chocaban, como si de Nitrógeno y Agua se tratara, y en cualquier momento fuese a haber una explosión. Leiftan tragó saliva, y Nevra, miró a otro lado.

¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo habían llegado a aquello?

Se bajó de encima del Daemon, acostándose en silencio. Leiftan soltó un suspiro, sintiendo como su corazón volvía a latir.

❝ Domando A Una Bestia ❞ || Leiftan X Nevra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora